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«Yo soy la Luz del mundo. Quien me sigue no caminará en tinieblas». Juan 8, 12″.

Alma de Cristo

Alma de Cristo, Santifícame. Cuerpo de Cristo, sálvame. Sangre de Cristo, embriágame. Agua del costado de Cristo, Lávame. Pasión de Cristo, confórtame. ¡Oh, buen Jesús!, Óyeme. Dentro de tus llagas, escóndeme. No permitas que me aparte de Ti. Del maligno enemigo, defiéndeme. En la hora de mi muerte, llámame. Y mándame ir a Ti. Para que con tus santos te alabe. Por los siglos de los siglos. Amen.

Señor Jesús, creo que eres el Hijo de Dios. Gracias por morir en la cruz por mis pecados. Por favor perdóname mis pecados y dame el regalo de la vida eterna. Te pido que entres en mi vida y mi corazón y que seas mi Señor y Salvador. Quiero servirte siempre.»

Ocurrió en Betania Venezuela el 13 de Noviembre de 1998 y el vídeo fue grabado por Daniel Sanford originario de Nueva Jersey, quien fue en peregrinación a ver la Hostia Sangrante de la Capilla de Betania de las monjas Agustinas en Los Teques. El Padre Mazzarella, Director Espiritual celebró la Misa. Cuando termino, abrió el Sagrario (Tabernáculo), que contiene la Santa Hostia sangrante. La Hostia estaba en llamas, sangrando, y había un corazón palpitante en el centro de la Hostia. Daniel observó esto por alrededor de 30 segundos y después la Hostia se volvió a la normalidad. Sin embargo, pudo grabar el milagro con su grabadora casera

«Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá para siempre. El pan que yo daré es mi carne, y lo daré para la vida del Mundo.» (Juan 6, 51)

«Si no coméis la carne del Hijo del hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros.» (Jn 6,53; 1 Jn 5,12)

«Mi carne es verdadera comida, y mi Sangre verdadera bebida; el que come mi Carne, y bebe mi Sangre, en Mí mora, y Yo en él.» (Jn 6, 56-57)

«Quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propia condenación.» (1 Cor 11,29; Rm 14,23)

Antes de comulgar debemos confesar todos los pecados, en especial los mortales.

Dr. Fernando Casanova

Ex-Pastor Pentecostal convertido al Católicismo nos habla de la presencia  real de Jesús en La Eucaristía.

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Jesús El Buen Pastor

En aquel tiempo dijo Jesús: Mis ovejas escuchan mi voz; yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy vida eterna y no perecerán jamás, y nadie las arrebatará de mi mano. El Padre, que me las ha dado, es más grande que todos, y nadie puede arrebatar nada de la mano del Padre. Yo y el Padre somos uno. (Juan 10, 27-30)

Salmo 23

El Señor es mi pastor, nada me falta, en verdes pastos él me hace reposar  y a donde brota agua fresca me conduce. Fortalece mi alma, por el camino del bueno me dirige por amor de su Nombre. Aunque pase por quebradas muy oscuras  no temo ningún mal,  porque tú estás conmigo, tu bastón y tu vara me protegen. Me sirves a la mesa frente a mis adversarios,  con aceites tú perfumas mi cabeza y rellenas mi copa. Me acompaña tu bondad y tu favor mientras dura mi vida. mi mansión será la casa del Señor por largo, largo tiempo.

El es mi pastor: nada me puede faltar, Ante mí está la mesa y la copa de Cristo; mejor que la unción con el santo óleo, he recibido la unción del Espíritu Santo (1 Juan 2,27); espero, no el descanso de la muerte, sino el de la resurrección junto al Padre.

Salmo 1
¡Feliz el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en el camino de los pecadores, ni se sienta en la reunión de los impíos, sino que se complace en la ley del Señor y la medita de día y de noche! Él es como un árbol plantado al borde de las aguas, que produce fruto a su debido tiempo, y cuyas hojas nunca se marchitan: todo lo que haga le saldrá bien. No sucede así con los malvados: ellos son como paja que se lleva el viento. Por eso, no triunfarán los malvados en el juicio, ni los pecadores en la asamblea de los justos; porque el Señor cuida el camino de los justos, pero el camino de los malvados termina mal.

Los Dos Caminos

Lo que uno siembra en su vida, lo habrá de cosechar. Los que observan la ley de Dios tendrán la felicidad en esta vida y en la otra. Los que la rechazan no prosperarán. Este primer salmo nos habla de la felicidad, al igual que el primer discurso de Jesús que comenzará con: ¡Bienaventurados!

Documental sobre la Divina Misericordia y Santa Faustina Kowalska

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Jesús en ti confio

Oh Sangre y Agua, que brotaron del Corazón de Jesús como una Fuente de Misericordia para nosotros, en Ti confío…» Los dos rayos significan Sangre y Agua el rayo pálido representa el Agua que justifica a las almas; el rayo rojo simboliza la Sangre, que es la vida de las almas. Ambos rayos brotaron de las entrañas mas profundas de Mi misericordia cuando mi corazón agonizado fue abierto por una lanza en la Cruz… Bienaventurado aquel que se refugie en ellos, porque la justa mano de Dios no le seguirá hasta allí».

«Yo prometo al alma que venere ésta imagen que no perecerá… Protegeré durante toda su vida, cual madre a su hijo, a las almas que propagaren el culto a Mi Misericordia; en la hora de la muerte no seré para ellos Juez sino Salvador…» (Promesa hecha durante Sus apariciones (1931-1938) a Santa Faustina Kowalska en Plock, Polonia.)

Coronilla a La Divina Misericordia
Dios mandó a su Hijo para salvar al mundo

Porque tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único, para que todo el que crea en él no perezca, sino que tenga vida eterna. Porque Dios no ha enviado a su Hijo al mundo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él, no es juzgado; pero el que no cree, ya está juzgado, porque no ha creído en el Nombre del Hijo único de Dios. Y el juicio está en que vino la luz al mundo, y los hombres amaron más las tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas. Pues todo el que obra el mal aborrece la luz y no va a la luz, para que no sean censuradas sus obras. Pero el que obra la verdad, va a la luz, para que quede de manifiesto que sus obras están hechas según Dios.» (Juan 3, 16-21)

Reflexión

La oscuridad nos inquieta. La luz, en cambio, nos da seguridad. En la oscuridad no sabemos dónde estamos. En la luz podemos encontrar un camino. En pocas líneas, el Evangelio nos presenta los dos grandes misterios de nuestra historia. Por un lado, “tanto amó Dios al mundo”. Sin que lo mereciéramos, nos entregó lo más amado. Aún más, se entregó a sí mismo para darnos la vida. Cristo vino al mundo para iluminar nuestra existencia. Y en contraste, “vino la luz al mundo y los hombres amaron más las tinieblas que la luz”. No acabamos de darnos cuenta de lo que significa este amor de Dios, inmenso, gratuito, desinteresado, un amor hasta el extremo.

El infinito amor de Dios se encuentra con el drama de nuestra libertad que a veces elige el mal, la oscuridad, aún a pesar de desear ardientemente estar en la luz. Pero precisamente, Cristo no ha venido para condenar sino para salvarnos. Viene a ser luz en un mundo entenebrecido por el pecado, quiere dar sentido a nuestro caminar. Obrar en la verdad es la mejor manera de vivir en la luz. Y obrar en la verdad es vivir en el amor. Dejarnos penetrar por el amor de Dios “que entregó a su Hijo unigénito”, y buscar corresponderle con nuestra entrega. (Fuente: Catholic.net Autor: P. Ignacio Sarre)

Dra. Gloria Polo Testimonio Mistico

Estaba lloviendo muy fuerte, mi sobrino y yo nos fuimos debajo de un paraguas muy pequeño, y mi esposo tenía su chaqueta impermeable y él se acercó contra la pared de la Biblioteca General. Mientras nosotros, sin darnos cuenta saltando para evitar coger charcos, nos acercamos a los árboles .Cuando fuimos a saltar para evitar coger un gran charco nos cayó un rayo. Nos dejó carbonizados; mi sobrino fallece allí.

LOS TRIUNFADORES

A veces los triunfadores no son aquellos a los que todo el mundo aplaude y reconoce. No son los que construyeron grandes obras, dejaron constancia de su liderazgo o viajaron, en primera clase.

A veces los triunfadores no son los administradores geniales, ni los visionarios del futuro o los grandes emprendedores. Por ello, tal vez no los reconoceríamos en medio de tanto pensador, filósofo o tecnólogo, que supuestamente conducen a este mundo por la senda del progreso.

A veces el triunfador no es el negociador internacional, o el hacedor de empresas de clase mundial o el deslumbrante estadista que asiste a reuniones cumbre. No es el que se afana por exportar mucho, sino el que todavía se importa a sí mismo. Porque el triunfador puede ser también el que calladamente lucha por la justicia, aunque no sea un gran orador o un brillante diplomático.

El triunfador puede ser igualmente el que venció la ambición desmedida y no fue seducido por la vanidad o el poder. Es triunfador el que no obstante que no viajó mucho al extranjero, con frecuencia hizo travesías hacia el interior de sí mismo para dimensionar las posibilidades de su corazón. Es el que quizás nunca alzó soberbio su mano en el podium de los vencedores, pero triunfó calladamente en su familia y con sus amigos y los cercanos a su alma.

Es, quizá, el que nunca apareció en las páginas de los periódicos, pero sí en el diario de Dios; el que no recibió reconocimientos, pero siempre obtuvo el de los suyos; el que nunca escribió libros, pero sí cartas de amor a sus hijos y el que pensó en redimir a su país a través de la asfixiante aventura de su trabajo común y rutinario y aquel que prefirió la sombra, porque, finalmente, es tan importante como la luz.

A veces el triunfador no es el que tiene una esplendorosa oficina, ni una secretaria ejecutiva, ni posee tres maestrías; no hace planeación estratégica ni elabora reportes o evalúa proyectos, pero su vida tiene un sentido, hace planes con su familia, tiene tiempo para sus hijos y encuentra fascinante disfrutar de la hermosa danza de la vida.

A veces el triunfador no pasa a la historia, sino el que hace posible la historia; el que encuentra gratificante convencer y no sólo vencerá el que de una manera apacible y decidida lucha por hacer de este mundo un mejor lugar para vivir.

A veces el triunfador no tiene que ser el que construyó grandes andamiajes y estructuras administrativas, pero supo cómo construir un hogar; no es el que tiene un celular, pero platica con sus hijos, no tiene email, pero conoce y saluda a sus vecinos, no ha ido al espacio exterior, pero es capaz de ir hacia su espacio interior y sin haber realizado grandes obras arquitectónicas, supo construirse a sí mismo y fue, como dice el poeta, el cómplice de su propio destino.

A veces el triunfador suele ser Teresa de Calcuta, o Francisco de Asís, o tal vez la enfermera callada, el obrero sencillo y el campesino olvidado, porque como personas triunfaron sobre la apatía o el desencanto y con su esfuerzo cotidiano establecieron la diferencia.

A veces el triunfador puede ser el carpintero pobre de un lugar ignorado, o una mujer sencilla de pueblo o un niño humilde que nació en un pesebre, porque no había para él lugar en la posada… (Autor: Rubén Núñez de Cáceres)

Es un triunfador aquel que puede cerrar los ojos cada noche con la tranquilidad de saber que amó, que pudo dar paz y que llevó bienestar a otros cuyas almas estaban inquietas. Es un triunfador aquel que puede encontrarse en el abrazo y en los latidos de su hijo y siente que se ahoga con esa emoción. Es un triunfador aquel que es una buena persona y que puede dejar que las malas obras sigan sin su participación intentando en silencio cambiar desde su lugar ese mundo que lastima y destruye. Es un triunfador aquel que reconoce que tiene una misión e intenta descubrirla aún cuando la oscuridad lo enceguece, aún cuando la niebla cubre su camino y no sabe si éste continúa o termina allí. Es un triunfador aquel que tiene las manos cálidas para aferrarse a la vida y el corazón abierto para dejar entrar en él a todos, aún a aquellos que pueden llegar a lastimarlo.

Es un triunfador aquel que sueña y se entrega. Es un triunfador aquel que pudo levantarse una y otra vez y que apostó a la vida una y mil veces y que dejó de lado su dolor para aliviar el dolor de quienes ama.  Es un triunfador aquel que puede con los años perder el miedo al sentir que se acerca a la última estación y se alegra al leer el cartel que vislumbra ya que en él se resume su vida, su triunfo, y éste afirma: Tarea cumplida. Autor: Desconocido.

Jesús Toca la Puerta de Tu Corazón

«Mira que estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y me abre la puerta, entrare en su casa y cenaré con él y el conmigo» (Ap. 3,20)

Es Jesús Quien espera, parado en la «Puerta» de nuestros corazones y está «¡llamándonos!» Podemos decir, «No ‘lo escuchamos’ llamándonos ni tocando a la puerta!»  Y es porque su llamado es tan «suave» que no se puede oír bajo el clamor de llamadas telefónicas, la televisión, radio, CDs, y otras  distracciones.

También podemos decir, Pero «tampoco»  sentimos su  llamado!»  Y es porque su llamado es «gentil y calmado» y no podemos «sentirlo» en el corazón porque nuestros corazones se han «endurecido» debido a estar tan alejados de Él. O quizás en ocasiones «escuchamos» y «sentimos» su llamado, pero creemos que nuestro corazón y vida están muy llenas de actividades del mundo y que «no hay lugar ni tiempo» para Él. Pero Él es ¡Paciente! Y se mantendrá «¡llamándote!» hasta que contestes. ¿Cuanto más lo has de hacer esperar? ÉL HA DE ESPERAR ¡ÉL es Paciente!  ¡PORQUE NOS AMA!

Tengo Sed de Ti

Jesús es Dios, por lo tanto, Su Amor y Su Sed son infinitos. Él, Creador del universo, pidió el amor de sus criaturas. Tiene sed de nuestro amor… Estas palabras: «Tengo sed», ¿tienen un eco en nuestra alma? (Madre Teresa de Calcuta)

«Mira que estoy a la puerta y llamo…» (Apocalipsis 3, 20)

Es verdad. Estoy a la puerta de tu corazón, de día y de noche. Aún cuando no estás escuchando, aún cuando dudes que pudiera ser yo, ahí estoy: esperando la más pequeña señal de respuesta, hasta la más pequeña sugerencia de invitación que Me permita entrar.

Y quiero que sepas que cada vez que me invitas. Yo vengo siempre, sin falta. Vengo en silencio e invisible, pero con un poder y un amor infinitos, trayendo los muchos dones de Mí Espíritu. Vengo con Mi misericordia, con Mi deseo de perdonarte y de sanarte, con un amor hacia ti que va más allá de tu comprensión. Un amor en cada detalle, tan grande como el amor que he recibido de Mi Padre («Yo los he amado a ustedes como el Padre me ama a mí…» Jn. 15,10). Vengo deseando consolarte y darte fuerza, levantarte y vendar todas tus heridas. Te traigo Mi luz, para disipar tu oscuridad y todas tus dudas. Vengo con Mi poder, que me permite cargarte a ti: con Mi gracia, para tocar tu corazón y transformar tu vida. Vengo con Mi paz, para tranquilizar tu alma.

Te conozco como la palma de mi mano, sé todo acerca de ti, hasta los cabellos de tu cabeza he contado. No hay nada en tu vida que no tenga importancia para mí. Te he seguido a través de los años y siempre te he amado, hasta en tus extravíos. Conozco cada uno de tus problemas. Conozco tus necesidades y tus preocupaciones y, si, conozco todos tus pecados. Pero te digo de nuevo que Te amo, no por lo que has hecho o dejado de hacer, Te amo por ti, por la belleza y la dignidad que mi Padre te dio al crearte a Su propia imagen. Es una dignidad que muchas veces has olvidado, una belleza que has empañado por el pecado. Pero te amo como eres y he derramado Mi Sangre para rescatarte. Si sólo me lo pides con fe, Mi gracia tocará todo lo que necesita ser cambiado en tu vida: Yo te daré la fuerza para librarte del pecado y de todo su poder destructor.

Sé lo que hay en tu corazón, conozco tu soledad y todas tus heridas, los rechazos, los juicios, las humillaciones, Yo lo sobrellevé todo antes que tú. Y todo lo sobrellevé por ti, para que pudieras compartir Mi fuerza y Mi victoria. Conozco, sobre todo, tu necesidad de amor, sé que tan sediento estás de amor y de ternura. Pero cuántas veces has deseado satisfacer tu sed en vano, buscando ese amor con egoísmo, tratando de llenar el vacío dentro de ti con placeres pasajeros, con el vacío aún mayor del pecado. ¿Tienes sed de amor?

Yo te saciaré y te llenaré. «Vengan a Mí todos los que tengan sed…» (Jn. 7, 37). ¿Tienes sed de ser amado?, te amo más de lo que te puedes imaginar… hasta el punto de morir en la cruz por ti.

TENGO SED DE TI. Si, esa es la única manera en que apenas puedo empezar a describir mi amor. TENGO SED DE TI. Tengo sed de amarte y de que tú me ames. Tan precioso eres para mí que TENGO SED DE TI. Ven a Mí y llenaré tu corazón y sanaré tus heridas. Te haré una nueva creación y te daré la paz aún en tus pruebas. TENGO SED DE TI. Nunca debes dudar de Mi Misericordia, de mi deseo de perdonarte, de Mi anhelo por bendecirte y vivir Mi vida en ti, y de que te acepto sin importar lo que hayas hecho. TENGO SED DE TI. Si te sientes de poco valor a los ojos del mundo, no importa. No hay nadie que me interese más en todo el mundo que tú. TENGO SED DE TI. Ábrete a Mí, ven a Mí, ten sed de Mí, dame tu vida. Yo te probaré qué tan valioso eres para Mi Corazón.

¿No te das cuenta de que Mi Padre ya tiene un plan perfecto para transformar tu vida a partir de este momento? Confía en Mí. Pídeme todos los días que entre y que me encargue de tu vida y lo haré. Te prometo ante Mi Padre en el Cielo que haré milagros en tu vida. ¿Por qué haría Yo esto? PORQUE TENGO SED DE TI. Lo único que te pido es que te confíes completamente a Mí. Yo haré todo lo demás.

Desde ahora, ya veo el lugar que Mi Padre te ha preparado en Mi Reino. Recuerda que eres peregrino en esta vida viajando a casa. El pecado nunca te puede satisfacer ni traerte la paz que anhelas. Todo lo que has buscado fuera de Mí sólo te ha dejado más vacío, así que no te ates a las cosas de este mundo; pero, sobre todo, no te alejes de Mí cuando caigas. Ven a mí sin tardanza porque cuando me das tus pecados, me das la alegría de ser tu Salvador. No hay nada que yo no pueda perdonar y sanar, así que ven ahora y descarga tu alma.

No importa cuánto hayas andado sin rumbo, no importa cuántas veces me hayas olvidado, no importa cuántas cruces lleves en esta vida, hay algo que quiero que siempre recuerdes y que nunca cambiará. TENGO SED DE TI, tal y como eres. No tienes que cambiar para creer en Mi Amor, ya que será tu confianza en ese Amor la que te hará cambiar. Tú te olvidas de Mí y, sin embargo. Yo te busco a cada momento del día y estoy ante las puertas de tu corazón, llamando. ¿Encuentras esto difícil de creer? Entonces, mira la Cruz, mira Mi Corazón que fue traspasado por ti. ¿No has comprendido Mi Cruz?, entonces escucha de nuevo las palabras que dijo en ella, te dicen claramente por qué Yo soporté todo esto por ti: «… TENGO SED» (Jn. 19, 28). Sí, TENGO SED DE TI. Como el resto del salmo que Yo estaba rezando dice de Mí: «… esperé compasión inútilmente, esperé alguien que me consolara y no le hallé.» (Salmo 69:20). Toda tu vida he estado deseando tu amor. Nunca he cesado de buscarlo y de anhelar que me correspondas. Tú has probado muchas cosas en tu afán por ser feliz. ¿Por qué no intentas abrirme tu corazón, ahora mismo, abrirlo más de lo que lo has hecho antes?

Cuando finalmente abras las puertas de tu corazón y finalmente te acerques lo suficiente entonces Me oirás decir una y otra vez, no en meras palabras humanas sino en espíritu: «no importa qué es lo que hayas hecho, te amo por ti mismo. Ven a Mí con tu miseria y tus pecados, con tus problemas y necesidades, y con todo tu deseo de ser amado. Estoy a la puerta de tu corazón y llamo… ábreme, porque TENGO SED DE TI…» Fuente: tengo sed de ti.

Si logro tocar, aunque sólo sea su manto, sanaré” (Marcos 5,28)

Dios te Necesita

Cada día te vuelve a recordar que tiene necesidad de tu tiempo, de tus cualidades, de tu persona. Sin falsa soberbia, con humildad verdadera, entiende que, si Dios te necesita, lo mínimo que debes hacer es ponerte a su entera disposición; le debes tanto, le has costado tanto, que tu gloria consiste en corresponderle un poco; y debes sentirte tan humildemente grande, tan profundamente feliz de poder ayudar a un Dios Todopoderoso y en una tarea eterna.

Es como si Dios te pidiera ayuda para mover una estrella, para componer una galaxia; más que eso, es para salvar un alma inmortal que vale más que todas las estrellas y galaxias juntas.

Tú le ayudas a Dios; y, si no le ayudas, Él no puede, no puede solo. Dile con profunda convicción: “Aquí están mis manos, aquí están mis pies, aquí está mi lengua, déjame ayudarte, Creador de mundos; enseguida vengo a echarte una mano, Redentor de las almas”.  Autor: P. Mariano de Blas LC Fuente: Catholic.net

¿Dónde están las Manos de Dios?

Cuando observo el campo sin arar, cuando los aperos de labranza están olvidados, cuando la tierra está quebrada me pregunto ¿dónde estarán las manos de Dios?

Cuando observo la injusticia, la corrupción, el que explota al débil; cuando veo al prepotente pedante enriquecerse del ignorante y del pobre, del obrero y del campesino carente de recursos para defender sus derechos, me pregunto ¿dónde estarán las manos de Dios?

Cuando contemplo a esta anciana olvidada; cuando su mirada es nostalgia y balbucea todavía algunas palabras de amor por el hijo que la abandonó, me pregunto: ¿dónde estarán las manos de Dios?

Cuando veo al moribundo en su agonía llena de dolor ; cuando observo a su pareja y a sus hijos deseando no verle sufrir ; cuando el sufrimiento es intolerable y su lecho se convierte en un grito de súplica de paz, me pregunto: ¿dónde estarán las manos de Dios?

Cuando miro a ese joven antes fuertes y decididos, ahora embrutecido por la droga y el alcohol, cuando veo titubeante lo que antes era una inteligencia brillante y ahora harapos sin rumbo ni destino me pregunto ¿dónde estarán las manos de Dios?

Cuando a esa chiquilla que debería soñar en fantasías, la veo arrastrar su existencia y en su rostro se refleja ya el hastío de vivir, y buscando sobrevivir se pinta la boca y se ciñe el vestido y sale a vender su cuerpo, me pregunto: ¿dónde estarán las manos de Dios?

Cuando aquel pequeño a las tres de la madrugada me ofrece su periódico, su miserable cajita de dulces sin vender, cuando lo veo dormir en la puerta de un zaguán titiritando de frío, con unos cuantos periódicos que cubren su frágil cuerpecito, cuando su mirada me reclama una caricia, cuando lo veo sin esperanzas vagar con la única compañía de un perro callejero, me pregunto: ¿dónde estarán las manos de Dios?

Y me enfrento a El y le pregunto: ¿dónde están tus manos Señor? para luchar por la justicia, para dar una caricia, un consuelo al abandonado, rescatar a la juventud de las drogas, dar amor y ternura a los olvidados.

Después de un largo silencio escuche su voz que me reclamó, «no te das cuenta que tú eres mis manos, atrévete a usarlas para lo que fueron hechas, para dar amor y alcanzar estrellas».

Y comprendí que las manos de Dios somos «TU y YO”, los que tenemos voluntad, el conocimiento y el coraje para luchar por un mundo más humano y justo, aquellos cuyos ideales sean tan altos que no puedan dejar de acudir a la llamada del destino, aquellos que desafiando el dolor, la crítica y la blasfemia se reten a si mismos para ser las manos de Dios.

Señor, ahora me doy cuenta que mis manos están sin llenar, que no han dado lo que deberían dar, te pido perdón por el amor que me distes y que no he sabido compartir, las debo de usar para amar y conquistar la grandeza de la Creación.

El mundo necesita esas manos, llenas de ideales y estrellas, cuya obra magna sea contribuir día a día, a forjar una nueva civilización, que busquen valores superiores, que compartan generosamente lo que Dios nos ha dado y puedan al final llegar vacías, porque entregaron todo el amor, para lo que fueron creadas y Dios seguramente dirá: ¡ESAS SON MIS MANOS!

El Sembrador

Que la Palabra de Dios entre como una semilla y de fruto en nuestro corazón

En aquel tiempo, se le juntaba a Jesús mucha gente, y viniendo a él de todas las ciudades, dijo en parábola: Salió un sembrador a sembrar su simiente; y al sembrar, una parte cayó al borde del camino, fue pisada, y las aves del cielo se la comieron; otra cayó sobre terreno pedregoso, y después de brotar, se secó, por no tener humedad; otra cayó en medio de abrojos, y creciendo con ella los abrojos, la ahogaron. Y otra cayó en tierra buena, y creciendo dio fruto centuplicado. Dicho esto, exclamó: El que tenga oídos para oír, que oiga. Le preguntaban sus discípulos qué significaba esta parábola, y él dijo: A vosotros se os ha dado el conocer los misterios del Reino de Dios; a los demás sólo en parábolas, para que viendo, no vean y, oyendo, no entiendan. La parábola quiere decir esto: La simiente es la Palabra de Dios. Los del borde del camino, son los que han oído; después viene el diablo y se lleva de su corazón la Palabra, no sea que crean y se salven. Los del terreno pedregoso son los que, al oír la Palabra, la reciben con alegría; pero éstos no tienen raíz; creen por algún tiempo, pero a la hora de la prueba desisten. Lo que cayó entre los abrojos, son los que han oído, pero a lo largo de su caminar son ahogados por las preocupaciones, las riquezas y los placeres de la vida, y no llegan a madurez. Lo que en buena tierra, son los que, después de haber oído, conservan la Palabra con corazón bueno y recto, y dan fruto con perseverancia. (Lucas 8, 4-15)

Reflexión

Todos los hombres, de todos los países y épocas, hemos recibido la redención de Cristo. El pagó por todos los pecados; los de ayer, los de hoy y los de mañana. A todos se nos han abierto las puertas del cielo.

Sin embargo, la actitud de cada uno ante este regalo de infinito valor es muy diversa.

Para algunos, Cristo no representa nada en su vida. O porque no han recibido todavía su mensaje, o porque no les interesa. Dan verdadera lástima, porque viven sin saber a lo que están llamados. Pasan los años como si todo terminase aquí, sin más esperanza.

Otros han oído hablar del Señor, pero su fe es superficial. Viven metidos en el pecado sin preocuparse lo más mínimo. Son los cristianos que han adaptado sus costumbres a las del mundo. Piensan que así están bien y que al final todo se solucionará. Pero sus malas acciones le duelen profundamente al Corazón de Jesús.

Sin embargo, un número considerable de personas es consciente de que realmente Dios les ama y tiene un plan de salvación para cada uno. Son los que, a pesar de sus limitaciones y caídas, se levantan y siguen por el camino que Cristo les ha marcado. Son los que han acogido el Evangelio, y los que dan frutos, construyen y santifican la Iglesia. Son el modelo y testimonio de la vida cristiana. Por ellos ha valido la pena la entrega de Cristo en la cruz. (Fuente: Catholic.net)


Ríos de agua viva

El último día de la fiesta, que era el más solemne, exclamó Jesús en voz alta: «El que tenga sed, que venga a mí; y beba, aquel que cree en mí. Como dice la Escritura: Del corazón del que cree en mí brotarán ríos de agua viva». Al decir esto, se refería al Espíritu Santo que habían de recibir los que creyeran en él. (Juan 7, 37-38)

Ven Espíritu Santo

«Seréis bautizados en el Espíritu Santo… Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que vendrá sobre vosotros, y seréis mis testigos… hasta los confines de la tierra» (Hch 1.5.8; cf Lc 3,16)

«El Espíritu Santo como fuerte huracán hace adelantar más en una hora la navecilla de nuestra alma hacia la santidad, que lo que nosotros habíamos conseguido en meses y años remando con nuestras solas fuerzas». (Sta. Teresa de Ávila)

Un hombre movido por el Espíritu Santo es un huracán pero no violento. Es un huracán acertado… construye, no destruye. (P. Rodrigo Molina, L.D.)

Espíritu Santo transfórmanos, Has de nuestra vida algo que valga la pena algo que sea útil. Queremos ayudar a los demás, sembrar tu palabra, y extender el Reino, Pero en tu ausencia, nuestros ideales se han convertido en quimeras, nuestros intentos en fracasos, y nuestros sueños solo han engendrado desilusiones. Espíritu Santo, amigo fiel, permítenos contemplar tus maravillas, conocer tu poder, apreciar tu intervención, creer en tus carismas, para desearlos, para pedirlos, para ponernos en tus manos con la humildad necesaria para que, si Tú lo quieres, nos tomes como instrumentos de tu poder, con Jesús para la salvación del mundo. Amén. (Autor: Padre Ricardo Zimbròn Levy, Ms. Esp. Santo)

Oración al Espíritu Santo

Ven Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles y enciende en ellos el fuego de tu amor. Envía Señor tu Espíritu y danos nueva vida. Y renueva la faz de la tierra. Dígnate escuchar mis súplicas, y envíanos tus dones, como los enviaste sobre los Apóstoles el día de Pentecostés.

Espíritu de Verdad, te ruego me llenes del don de Entendimiento, para penetrar las verdades reveladas y así aumentar mi fe en Jesucristo, único y verdadero Salvador. Espíritu Sempiterno, te ruego me llenes del don de Ciencia, y así vivir  para los valores eternos. Espíritu de Amor, te ruego me llenes del don de Sabiduría, para que aumente mi caridad al prójimo y actúe siempre movido por ella. Espíritu Santificador, te ruego me llenes del don de Consejo, para obrar de continuo con prudencia, eligiendo las palabras y acciones más adecuadas para la santificación mía y de los demás. Espíritu de Bondad, te ruego me llenes del don de Piedad, para practicar con todos la justicia; dando a cada uno lo suyo: a Dios  gratitud y obediencia, a los hombres generosidad y amabilidad. Espíritu Omnipotente, te ruego me llenes del don de Fortaleza, para perseverar con constancia y confianza en el camino de la perfección cristiana; resistiendo con paciencia las adversidades. Espíritu de Majestad, te ruego me llenes del don de Temor de Dios, para no dejarme llevar de las tentaciones del mundo y por el contrario,  esté siempre dispuesto a servirte con amor sabiendo que soy hijo predilecto de un Padre que me ama. Divino Espíritu, por los méritos de Jesucristo y la intercesión de tu Esposa, la Virgen María, te suplico que vengas a mi corazón y me comuniques la plenitud de tus dones, para que, iluminado y confortado por ellos, viva según tu voluntad, muera entregado a tu Amor y así merezca cantar eternamente tus infinitas misericordias. Amén. Oración: «Ven Espíritu Santo, ven a través de la poderosa intercesión del Inmaculado Corazón de María, Tu Bienaventurada Esposa»


La Santísima Trinidad

Gloria al Padre, y al Hijo y al Espíritu Santo. Como era en el principio, ahora y siempre, y por los siglos de los siglos. Amén

La gracia del Señor Jesucristo, él amor de Dios y la comunión del Espíritu Santo sea con todos vosotros. (II de Corintio 13-13)

Bendito sea Dios. Bendito sea su Santo Nombre. Bendito sea Jesucristo verdadero Dios y verdadero Hombre. Bendito sea el Nombre de Jesús. Bendito sea su Sacratísimo Corazón. Bendita sea su Preciosísima Sangre. Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar. Bendito sea el Espíritu Santo Consolador. Bendita sea la Incomparable Madre de Dios la Santísima Virgen María. Bendita sea su Santa e Inmaculada Concepción. Bendita sea su gloriosa Asunción. Bendito sea el Nombre de María Virgen y Madre. Bendito sea San José su casto esposo. Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos.

El Credo de los Apóstoles

Creo en Dios Padre, Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Y en Jesucristo, su único Hijo, Nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de Santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó entre los muertos, subió a los cielos y está sentado a la derecha de Dios Padre, Todopoderoso. Desde allí vendrá a juzgar a vivos y a muertos. Creo en el Espíritu Santo, la Santa Iglesia Católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida perdurable. Amén.

«Y yo a mi vez te digo que tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. A ti te daré las llaves del Reino de los Cielos; y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos.» (Mateo 16,18-19)

El Maligno

Este documental persigue dar una descripción completa del Espíritu del Mal, su origen, su irrupción en el mundo, desde la tentación de Adán y Eva en el paraíso hasta nuestros días. Para saberlo todo sobre sus poderes, sus tácticas, sus objetivos y sus límites, pasan ante la cámara los principales especialistas sobre el tema demoniaco, entre ellos dos exorcistas españoles y uno italiano, Gabriele Amorth, el más famoso de todos, autor de un libro que ha dado la vuelta al mundo. Descubriremos cómo actúa el demonio, a través de la tentación, la vejación, la infestación, el hechizo o la posesión. También sabremos cuáles son sus víctimas preferidas y de qué modo puede uno correr mayor riesgo de caer en sus redes. Así exploraremos el mundo del espiritismo, el Tarot, la astrología, el satanismo y las demás formas de ocultismo. Un mundo tenebroso, sobre el que vence la luz de la fe en quien puede más que el Maligno: Dios, María y los ejércitos angélicos.

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Consagración al Sagrado Corazón de Jesús

Te saludamos, Corazón admirable de Jesús, te alabamos, te bendecimos, te glorificamos. Démoste gracias, te ofrecemos nuestro corazón, te lo entregamos y consagramos. Recíbelo y poséelo entero; purifícalo, ilumínalo y santifícalo, a fin de que vivas y reines en él perpetuamente. Amén.

Id por todo el Mundo y Proclamad el Evangelio

En aquel tiempo se apareció Jesús y les dijo: «Id por todo el mundo y proclamad la Buena Nueva a toda la creación. El que crea y sea bautizado, se salvará; el que no crea, se condenará. Estas son las señales que acompañarán a los que crean: en mi nombre expulsarán demonios, hablarán en lenguas nuevas, agarrarán serpientes en sus manos y aunque beban veneno no les hará daño; impondrán las manos sobre los enfermos y se pondrán bien.» Con esto, el Señor Jesús, después de hablarles, fue elevado al cielo y se sentó a la diestra de Dios. Ellos salieron a predicar por todas partes, colaborando el Señor con ellos y confirmando la Palabra con las señales que la acompañaban. (Marcos 16, 15-20)

Reflexión:

Nos encontramos en el Monte de los Olivos, en el mismo lugar donde cuarenta días antes, Jesús era entregado por uno de sus discípulos y donde todos los demás le abandonaron. Pero las cosas han cambiado y ya no son los mismos apóstoles de antes, la Resurrección los ha cambiado. Y Jesús se da cuenta de esto, por eso, les da una nueva misión: predicar el evangelio a todos los hombres, suscitar la fe, transmitir la salvación mediante el bautismo: he aquí la misión de los apóstoles después de la Resurrección. Y nosotros católicos somos hoy en día esos apóstoles resucitados.

Es verdad que en nuestras vidas hemos abandonado a Cristo muchas veces, pero eso a Jesús no le importa. Él nos llama a predicar el evangelio con un ardor de caridad que nos obligue a transmitir a los demás la verdad que hemos encontrado; nos dará la fuerza para ser tanto de palabra como de obra un ferviente testimonio del evangelio. Ahora bien, ¿qué nos diferencia a nosotros de los apóstoles? Tenemos la misma fe, la misma caridad, la misma doctrina, el mismo Dios… Pero nos falta su amor apasionado a Cristo, que les llevó a considerar toda basura y estiércol comparado con Cristo.

Hoy es un día de conversión. No esperemos más, convirtámonos en esos apóstoles resucitados y pidamos esa fe y ese amor que nos convierta también a nosotros en luz y fuego en medio de la oscuridad del mundo. Fuente: Catholic.net

Ustedes son la sal de la tierra y la luz del mundo

Jesús me invita a poner sabor a mi vida mediante la Fe, la Esperanza y la Caridad, iluminándome con su palabra.

En aquel tiempo, Jesús dijo a sus discípulos: »Vosotros sois la sal de la tierra. Mas si la sal se desvirtúa, ¿con qué se le salará? Ya no sirve para nada más que para ser tirada afuera y pisoteada por los hombres. »Vosotros sois la luz del mundo. No puede ocultarse una ciudad situada en la cima de un monte. Ni tampoco se enciende una lámpara y la ponen debajo del celemín, sino sobre el candelero, para que alumbre a todos los que están en la casa. »Brille así vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos. (Mt 5, 13-16)

FRUTO: Que lo que nos propongamos, con la ayuda de Dios, esté fundado en la oración.

Pautas para la reflexión: En el Antiguo Testamento, la Alianza de Dios con Israel se llegó a llamar «alianza de sal» (Cf. Números 18, 19), significando su valor duradero pues la sal tiene la propiedad de conservar los alimentos. Es por esto que Jesús llama a sus discípulos a ser sal de la tierra, confiriéndoles el compromiso de hacer entrar al mundo esa alianza de Dios y de propiciar su permanencia.

1- SAL PARA DAR SABOR

Dar sabor es perfeccionar el gusto. Hay quienes ante un caldo de sopa, le ponen sal al constatar que le falta. Nuestra vida, con el entretejido de los acontecimientos que nos rodean, nos puede proporcionar sinsabores, o tal vez momentos desagradables. Sin embargo, el cristiano, poseedor de un mensaje de salvación eterna, no debería contentarse con «pasar» o simplemente «sobrellevar» estos sinsabores. Al contrario, son oportunidades para crecer en la fe, para darle el sabor cristiano de la esperanza evangélica, para demostrar nuestro amor incondicional a Dios.

Se trata de poner esa sal para así perfeccionar el gusto por los acontecimientos de nuestra vida. Pero se necesita de mucha sencillez para no dejarse tocar por los momentos desagradables y que en ocasiones nos pueden postrar en el desánimo. Sencillez para saber encontrar la mano de Dios que nos va dirigiendo en nuestro caminar diario. Él sabe muy bien para qué y por qué nos manda todas las cosas. Nosotros tenemos que perfeccionarlas dándoles un nuevo sabor, el sabor del Evangelio.

2- LA LUZ DE NUESTRO TESTIMONIO

De esta manera nuestra vida será un vivo reflejo de que vivimos según las normas que nuestro Señor Jesucristo nos dejó: caridad, humildad, sencillez, fortaleza… Y también hacemos visible la presencia de Dios en nuestras vidas. Es la luz que nos ilumina no sólo a nosotros, también a las personas que nos rodean. Tal vez, algún compañero de trabajo se acerque sorprendido para preguntarnos: «¿Por qué te muestras siempre tan sereno, a pesar de vivir el trajín cotidiano?». Y no será por falta de sensibilidad, sino por virtud, porque Dios y su gracia nos van transformando poco a poco y nos vamos haciendo ejemplo vivo de su palabra.

Durante el día nos surgen múltiples oportunidades para ser luz antes los demás: luz de fe cuando a pesar de las contrariedades tenemos la certeza de que Dios no dejará de asistirnos; luz de esperanza cuando tenemos la confianza de que todo sucederá de acuerdo a la voluntad de Dios; y luz de caridad cuando encontramos las huellas de Cristo en las personas que nos rodean, sabiendo tender la mano con franca amistad para ofrecerles nuestra ayuda. Luz alimentada en Cristo, en su palabra y en la Eucaristía. Luz de nuestro testimonio.

3- UN BRILLO NO PARA NOSOTROS, SINO PARA DAR GLORIA A DIOS

El cristiano que vive en esta clave es un testimonio elocuente que llama la atención. Y es una ocasión importante para demostrar que Dios se hace presente en nuestra vida, para manifestar a las personas que nos rodean que somos de Cristo y Él vive y reina en nuestras vidas. De esta manera, además de hacer tangible su presencia entre nosotros, estamos siendo instrumentos eficientes de su Reino. No para nuestro propio brillo, sino para que Él sea glorificado y muchas personas se acerquen a Él.

PROPÓSITO: Daré sabor a los acontecimientos de la semana con mi benedicencia, hablando de manera positiva de los demás, dando gloria a Dios con este testimonio de caridad

El Primer Mandamiento

En aquel tiempo se acercó a Jesús un letrado y le preguntó: ¿Cuál es el primero de todos los mandamientos? Jesús le contestó: El primero es: Escucha, Israel: El Señor, nuestro Dios, es el único Señor, y amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas. El segundo es: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No existe otro mandamiento mayor que éstos. Le dijo el escriba: Muy bien, Maestro; tienes razón al decir que Él es único y que no hay otro fuera de Él, y amarle con todo el corazón, con toda la inteligencia y con todas las fuerzas, y amar al prójimo como a sí mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios. Y Jesús, viendo que le había contestado con sensatez, le dijo: No estás lejos del Reino de Dios. Y nadie más se atrevía ya a hacerle preguntas. (Marcos 12, 28 – 34.)

Reflexión:

“Y, acercándose uno de los escribas, le preguntó: Maestro, ¿cuál es el primero de todos los mandamientos?”

Qué pregunta tan comprometedora, pero al mismo tiempo tan esencial en la vida de todo cristiano, de todo católico.

¿Qué buscaría este escriba al preguntar una cosa así? ¿Por qué lo habría hecho? Y pensando un poco lo que buscaba no era otra cosa que saber qué es lo fundamental en esta vida; es decir, lo que buscamos todos para ser felices: el AMOR.

Cristo responde con claridad a ese vacío interior que sufren las personas que no conocen y no aman a Dios. Y la respuesta compromete a toda la persona humana: “Amar a Dios con toda tu mente y con todas tus fuerzas”. Allí está la clave para ser feliz, para llegar a ser santo, para ser buen cristiano. No hay otro camino: amar a Dios.

Pero no sólo se reduce a un amor meramente sentimental e ilusorio, sino que baja a lo concreto de la vida. El cómo, Cristo lo clarifica con el segundo mandamiento: “Amar al prójimo como a ti mismo”.

Qué mejor camino para amar a Dios, que amar con hechos y obras a mi prójimo, como lo demuestra la parábola del Buen Samaritano. Amar a mi prójimo es dedicarle tiempo, es asistirle en sus necesidades, es colaborar con sus ilusiones, es apoyarle en los momentos de dificultad, en definitiva es DONACIÓN. Porque no hay amor más grande y más heroico que dar la vida por el amigo. Vivir así es acercarse cada día más al Reino de los cielos. Fuente: Catholic.net, Autor: Humberto Gaitán

Oración a María, Madre de la Eucaristía 

 

Ave María, dulce Madre de la Eucaristía. Con dolor y mucho amor, nos has dado a tu Hijo Jesús mientras pendía de la Cruz. Nosotros, débiles creaturas, nos aferramos a Ti para ser hijos dignos de este gran AMOR y DOLOR. Ayúdanos a ser humildes y sencillos, ayúdanos a amar a todos los hombres, ayúdanos a vivir en la gracia estando siempre listos para recibir a Jesús en nuestro corazón. Oh María, Madre de la Eucaristía, nosotros, por cuenta propia, no podremos comprender este gran misterio de amor. Que obtengamos la luz del Espíritu Santo, para que así podamos comprender aunque sea por un solo instante, todo el infinito amor de tu Jesús que se entrega a Sí mismo por nosotros. AMEN

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LAS BIENAVENTURANZAS 

Jesús Viendo la muchedumbre, subió al monte, se sentó, y sus discípulos se le acercaron. Y tomando la palabra, les enseñaba diciendo: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán en herencia la tierra. Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Bienaventurados los que tienen hambre y sed de la justicia, porque ellos serán saciados. Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados los que trabajan por la paz, porque ellos serán llamados hijos de Dios. Bienaventurados los perseguidos por causa de la justicia, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Bienaventurados seréis cuando os injurien, y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos; pues de la misma manera persiguieron a los profetas anteriores a vosotros. (Mateo 5, 1-12)

Reflexión

Si miramos a nuestro mundo vemos gentes que son pobres, que pasan hambre, que sufren, que son excluidos y proscritos… y a nadie se nos ocurre llamarlos dichosos ni tampoco ellos mismos se sienten como tales. Por el contrario vemos gente rica, que disfruta de todas las comodidades posibles y goza el momento presente como si poseyera el mayor tesoro, y todo los miramos con cierta envidia y los calificamos como gente con suerte. ¿Cómo entender el Evangelio? ¿Dónde está el contraste? ¿Cómo explicar estas antinomias?

El Evangelio es una fuerza revolucionaria que trastorna la mentalidad de este mundo presente; las personas que se dejan alcanzar por su influjo se abren a nuevas dimensiones y son capaces de descubrir la riqueza del compartir, de gozar la alegría de la entrega, de experimentar la paz en medio del desconcierto…

Todos necesitamos hacernos pobres de ambicionar cosas superfluas; salir de nuestros egoísmos para acercarnos a los otros; reír con los que ríen y llorar con los que lloran.

Dios de cielos y tierra que alimentas los pájaros del campo y no olvidas nada de lo que has creado, te pido por todos los hombres que pasan hambre para que descubran en tu Palabra la fuerza que los conforte y encuentren hermanos que sacien su necesidad. Fuente: Catholic.net

El Espíritu del Señor está sobre mí, porque él me ha ungido

En aquel tiempo, fue Jesús a Nazaret, donde se había criado, entró en la sinagoga, como era su costumbre los sábados, y se puso en pie para hacer la lectura. Le entregaron el libro del profeta Isaías y, desenrollándolo, encontró el pasaje donde estaba escrito: «El Espíritu del Señor está sobre mi, porque él me ha ungido. Me ha enviado para anunciar el Evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos la vista; para dar libertad a los oprimidos, para anunciar el año de gracia del Señor.» Y, enrollando el libro, lo devolvió al que le ayudaba y sé sentó. Toda la sinagoga tenía los ojos fijos en él. Y él se puso a decirles: – «Hoy se cumple esta Escritura que acabáis de oír.» (Lucas 4,16-21)

JESÚS Y LA SAMARITANA

Cuando Jesús se enteró de que había llegado a oídos de los fariseos que él hacía más discípulos y bautizaba más que Juan -aunque no era Jesús mismo el que bautizaba, sino sus discípulos -, abandonó Judea y volvió a Galilea. Tenía que pasar por Samaria. Llega, pues, a una ciudad de Samaria llamada Sicar, cerca de la heredad que Jacob dio a su hijo José. Allí estaba el pozo de Jacob.

Jesús, como se había fatigado del Camino, estaba sentado junto al pozo. Era alrededor de la hora sexta.

Llega una mujer de Samaria a sacar agua. Jesús le dice: «Dame de beber.» Pues sus discípulos se habían ido a la ciudad a comprar comida. Le dice a la mujer samaritana: «¿Cómo tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy una mujer samaritana?» (Porque los judíos no se tratan con los samaritanos.)

Jesús le respondió: «Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice: «Dame de beber», tú le habrías pedido a él, y él te habría dado agua viva.»

Le dice la mujer: «Señor, no tienes con qué sacarla, y el pozo es hondo; ¿de dónde, pues, tienes esa agua viva? ¿Es que tú eres más que nuestro padre Jacob, que nos dio el pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?» Jesús le respondió: «Todo el que beba de esta agua, volverá a tener sed; pero el que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le dé se convertirá en él en fuente de agua que brota para vida eterna.» (Juan 4 1-14)

LA PECADORA ARREPENTIDA

En aquel tiempo uno de los fariseos le rogó que comiera con él, y, entrando en la casa del fariseo, se puso a la mesa. Había en la ciudad una mujer pecadora pública, quien al saber que estaba comiendo en casa del fariseo, llevó un frasco de alabastro de perfume, y poniéndose detrás, a los pies de él, comenzó a llorar, y con sus lágrimas le mojaba los pies y con los cabellos de su cabeza se los secaba; besaba sus pies y los ungía con el perfume. Al verlo el fariseo que le había invitado, se decía para sí: «Si éste fuera profeta, sabría quién y qué clase de mujer es la que le está tocando, pues es una pecadora». Jesús le respondió: «Simón, tengo algo que decirte». Él dijo: «Di, maestro». Un acreedor tenía dos deudores: uno debía quinientos denarios y el otro cincuenta. Como no tenían para pagarle, perdonó a los dos. « ¿Quién de ellos le amará más?» Respondió Simón: «Supongo que aquel a quien perdonó más». Él le dijo: «Has juzgado bien», y volviéndose hacia la mujer, dijo a Simón: « ¿Ves a esta mujer? Entré en tu casa y no me diste agua para los pies. Ella, en cambio, ha mojado mis pies con lágrimas, y los ha secado con sus cabellos. No me diste el beso. Ella, desde que entró, no ha dejado de besarme los pies. No ungiste mi cabeza con aceite. Ella ha ungido mis pies con perfume. Por eso te digo que quedan perdonados sus muchos pecados, porque ha mostrado mucho amor. A quien poco se le perdona, poco amor muestra». Y le dijo a ella: «Tus pecados quedan perdonados». Los comensales empezaron a decirse para sí: « ¿Quién es éste que hasta perdona los pecados?» Pero Él dijo a la mujer: «Tu fe te ha salvado. Vete en paz».

Reflexión:

Una mujer pecadora se acerca a Jesús y entre lágrimas y besos le expresa su amor. ¡Qué valor el de ella! Pues sin tener en cuenta las miradas y murmuraciones de los hombres que allí estaban, llevada del ardor de su amor, se deshace en arrepentimiento. Es verdad que tiempo atrás se dejó llevar de su sensualidad, pero la presencia de Jesús ha trastocado su corazón y ahora con la misma pasión se entrega al seguimiento del Maestro.

El amor cubre una multitud de pecados, por eso ella puede escuchar de labios de Jesús: ¡vete en paz! Es un atrevimiento y un escándalo para quien está falto de amor, pues sólo desde el amor se entiende el perdón. Si no, que lo diga una madre dispuesta siempre a perdonar los extravíos de su hijo.

El amor es la fuerza del alma y la llave que abre todas las puertas.

Dios Padre misericordioso, lento a la ira y rico en clemencia, ten compasión de tus hijos pecadores y apiádate de las obras de tus manos para que podamos permanecer en pie el día de tu venida gloriosa. Fuente: Catholic.net

La Oveja Pérdida

Cristo no vino a llamar a los justos, sino a los pecadores… a nosotros.

Todos los publicanos y los pecadores se acercaban a Él para oírle, y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: «Este acoge a los pecadores y come con ellos». Entonces les dijo esta parábola. « ¿Quién de vosotros que tiene cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las 99 en el campo, y va a buscar la que se perdió hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, la pone contento sobre sus hombros; y llegando a casa, convoca a los amigos y vecinos, y les dice: «Alegraos conmigo, porque he hallado la oveja que se me había perdido.» Os digo que, de igual modo, habrá más alegría en el cielo por un solo pecador que se convierta que por 99 justos que no tengan necesidad de conversión. «O, ¿qué mujer que tiene diez dracmas, si pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y busca cuidadosamente hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, convoca a las amigas y vecinas, y dice: «Alegraos conmigo, porque he hallado la dracma que había perdido.» Del mismo modo, os digo, se produce alegría ante los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta». (Lucas 15, 1-10)

Reflexión

La predicación del Señor atraía por su sencillez y por sus exigencias de entrega y amor. Los fariseos le tenían envidia porque la gente se iba tras Él. Esa actitud farisaica puede repetirse entre los cristianos: una dureza de juicio tal que no acepte que un pecador pueda convertirse y ser santo; o una ceguera de mente que impida reconocer el bien que hacen los demás y alegrarse de ello.

Prostitutas, enfermos, mendigos, maleantes, pecadores. Cristo no vino a llamar a los justos, sino a los pecadores, y por eso, fue signo de contradicción. Llegó rompiendo esquemas, escandalizando, amando hasta el extremo. Jesús se rodeaba de los sedientos de Dios, de los que estaban perdidos y buscaban al Buen Pastor. Esto no significa que el Señor no estime la perseverancia de los justos, sino que aquí se destaca el gozo de Dios y de los bienaventurados ante el pecador que se convierte, que se había perdido y vuelve al hogar. Es una clara llamada al arrepentimiento ya. Otra caída… y ¡qué caída!… No te desesperes, no: humíllate y acude, por María, al Amor Misericordioso de Jesús. ¡Arriba ese corazón! A comenzar de nuevo. (Fuente: Catholic.net)

 

El Hijo Pródigo

La historia de cada una de nuestras vidas

En aquel tiempo, se acercaban a Jesús todos los publicanos y los pecadores para oírle. Y los fariseos y los escribas murmuraban, diciendo: Este acoge a los pecadores y come con ellos.

Jesús les dijo esta parábola: Un hombre tenía dos hijos; y el menor de ellos dijo al padre: «Padre, dame la parte de la hacienda que me corresponde.» Y él les repartió la hacienda. Pocos días después el hijo menor lo reunió todo y se marchó a un país lejano donde malgastó su hacienda viviendo como un libertino.

«Cuando hubo gastado todo, sobrevino un hambre extrema en aquel país, y comenzó a pasar necesidad. Entonces, fue y se ajustó con uno de los ciudadanos de aquel país, que le envió a sus fincas a apacentar puercos. Y deseaba llenar su vientre con las algarrobas que comían los puercos, pero nadie se las daba. Y entrando en sí mismo, dijo: «¡Cuántos jornaleros de mi padre tienen pan en abundancia, mientras que yo aquí me muero de hambre! Me levantaré, iré a mi padre y le diré: Padre, pequé contra el cielo y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros.»

Y, levantándose, partió hacia su padre. «Estando él todavía lejos, le vio su padre y, conmovido, corrió, se echó a su cuello y le besó efusivamente. El hijo le dijo: «Padre, pequé contra el cielo y ante ti; ya no merezco ser llamado hijo tuyo.» Pero el padre dijo a sus siervos: «Traed aprisa el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en su mano y unas sandalias en los pies. Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado». Y comenzaron la fiesta.

Su hijo mayor estaba en el campo y, al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y las danzas; y llamando a uno de los criados, le preguntó qué era aquello. Él le dijo: «Ha vuelto tu hermano y tu padre ha matado el novillo cebado, porque le ha recobrado sano.» El se irritó y no quería entrar. Salió su padre, y le suplicaba. Pero él replicó a su padre: «Hace tantos años que te sirvo, y jamás dejé de cumplir una orden tuya, pero nunca me has dado un cabrito para tener una fiesta con mis amigos; ¡ahora que ha venido ese hijo tuyo, que ha devorado tu hacienda con prostitutas, has matado para él el novillo cebado!»

Pero él le dijo: «Hijo, tú siempre estás conmigo, y todo lo mío es tuyo; pero convenía celebrar una fiesta y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto, y ha vuelto a la vida; estaba perdido, y ha sido hallado.» (Lc 15, 1-3.11-32)

Reflexión:

Dejar la casa paterna significa mucho más que alejarse de un lugar en un momento determinado. Significa negar la realidad espiritual de nuestra pertenencia a Dios. De hecho pedir la herencia del padre es desear de algún modo un tanto sutil la muerte del padre. Tal vez, hemos tenido la experiencia de esto en algún momento de nuestra vida. Al inicio notamos que todo va de maravillas. No tenemos a nadie que nos diga lo que tenemos que hacer, contamos con los “amigos”, música, aventuras en tierras lejanas, etc. Pero puede ser que actuamos así porque no vemos el engaño del diablo, no nos percatamos de que los fundamentos de nuestra vida no están en aquellos lugares lejanos, sino en nuestra casa paterna.

Nosotros también somos hijos pródigos cada vez que pedimos la herencia a Dios para alejarnos del Él. Somos hijos pródigos cada vez que buscamos el amor donde no podemos encontrarlo. No es fácil recorrer el camino de la vida sin la ayuda de un Padre que nos ame, nos comprenda y nos anime.

Uno de los grandes retos de la vida espiritual consiste precisamente en reconocernos pecadores delante de Dios y pedirle su perdón. Porque la historia que hoy nos narra el evangelio no es una simple novela entre muchas otras. Es la historia de cada una de nuestras vidas llamadas a reconciliarnos con el Padre. Él nos espera con los brazos abiertos para darnos de nuevo su amor. (Fuente: Catholic.net)

Oración de Arrepentimiento y Liberación

«Que se arrepientan ante Mí con esta palabras»

Señor, me has soportado todos estos años con mis pecados, pero a pesar de ello has tenido compasión de mí. Me he descarriado en todos los aspectos, pero ahora no quiero pecar más. Te he agraviado y he sido injusto. Ya no lo seré nunca más. Renuncio al pecado, renuncio al Demonio, renuncio a la iniquidad que ensucia mi alma. Libera mi alma de todo lo que es contrario a Tu santidad. Te suplico, Señor, que me salves de todo mal. Ven ahora, Jesús. Ven ahora a habitar en mi corazón. Perdóname, Señor, y permíteme descansar en Ti. Porque Tú eres mi Escudo, mi Redentor y mi Luz, y en Ti confío. Desde hoy, Señor, Te bendeciré en todo momento. Repudio el mal y a todos los demás dioses e ídolos, porque Tú eres el Altísimo sobre el mundo entero, trascendiendo de lejos a todos los demás dioses. Con Tu poderoso brazo, sálvame de la mala salud, sálvame de estar cautivo, sálvame de los conflictos y derrota a mi enemigo el Demonio. ¡Ven pronto en mi ayuda, oh Salvador! Amén.

Medalla de San Benito Abad

Crux Sancti Patris Benedicti Crux Sacra Sit Mihi Lux Non Draco Sit Mihi Dux Vade Retro Satana Numquam Suade Mibi Vana Sunt Mala Quae Libas Ipse Venena Bibas

Oración a San Miguel Arcángel

«San Miguel Arcángel defiéndenos en la batalla Sé nuestro amparo contra la perversidad y asechanzas del demonio Reprímale Dios, pedimos suplicantes, y tú Príncipe de la Milicia Celestial arroja al infierno con el divino poder a Satanás y a los otros espíritus malignos que andan dispersos por el mundo para la perdición de las almas. Amén.»

Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos (Jn 15, 13-15)

DA GRACIAS A DIOS

Da gracias por la vida misma, aunque la tuya no sea la más perfecta. Dios te la dio y el tenerla es ya un milagro. Aprende a valorarla para hacerla llevadera. No hagas de ella algo vano y vacío.

Da gracias por el aire que respiras, es tan natural y vital y ni cuenta te das que sin él con seguridad no vivirías. Por cada respiro que des, recuerda y ten presente que Dios lo creó pensando en ti.

Da gracias por la luz del sol, es la que te permite ver el día en esplendor. La que da vida a la hermosura de la creación, y da calor a los seres vivos de la tierra.

Da gracias por la noche, Dios la hizo para darnos descanso, para que la tierra repose del afán del día. Es cuando realmente puedes relajarte y meditar, para poder reponer fuerzas para seguir adelante.

Da gracias por el agua que cae del cielo, Dios la envía para hacer de nuestro suelo uno fértil y productivo, y es la misma agua que al estar sedientos calma nuestra sed.

Da gracias por las pruebas que llegan a ti, no te lamentes cuando éstas llegan, mas bien tómalas de un modo positivo. Las pruebas purifican tu espíritu, y te hacen más fuerte para enfrentarte a la vida.
Da gracias por todo lo que eres, no te quejes de que no siempre es como quieres. Dios permite todo lo que llega a tu vida, pero lo permite porque tiene su razón de ser. Nada pasa sólo porque sí, al final  verás y entenderás la razón.
Home at Last by Danny Hahlbohm

Da gracias a Dios por todo, por las cosas grandes y aún por pequeñeces. Él muy agradecido nos recompensará. Da siempre gracias, sentirás alivio y paz si las das de corazón.

Martha Reyes Estallido de Alabanza