En la Escritura San Pedro nos enseña claramente que para recibir el Bautismo es necesario primero arrepentirse de los pecados. Los padres cristianos son los que piden el Bautismo de sus hijos porque es un don del Espíritu Santo para el fiel creyente y para sus hijos. Por eso en la Ceremonia del Bautismo renunciamos a Satanás y a todas sus obras y luego cada año renovamos nuestra promesa bautismal. Si un adulto no arrepentido recibe el bautismo, comete sacrilegio. Si un niño es comprado o fabricado para vivir en un ambiente de pecado, en una pequeña Sodoma y Gomorra. Primero hay que sacar a ese niño de ese ambiente perverso y corruptor. Si su formación católica no está asegurada, entonces se pospone el bautismo hasta que tenga uso de razón y pueda pedirlo él mismo.