Miles - Christi
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ECUMENISMO, MODERNISMO Y APOSTASÍA.

Un debate sobre la crisis conciliar - Miles Christi - 20/02/2024.

"Parece que hoy el diablo, en su rabiosa lucha contra nuestro Señor Jesucristo, contra la Iglesia y contra el Papa, lo está intentando todo y por eso ataca al Papa, pero no con las groseras vulgaridades y blasfemias de un Lutero (similares hoy a las de los lefebvrianos, o las de un Viganò, un Minutella, un De Mattei, un Valli, o, peor aún, con los desfogues mucho más vulgares de publicistas argentinos como Caponnetto, Sosa Laprida o Peretó Rivas), sino con refinadísima astucia, escondiéndose detrás de doctos y celantes colaboradores, una idea original y peligrosísima, algo que nunca el demonio se había atrevido a intentar; y parece tener un cierto éxito. El papado parece vacilar y ser sacudido por la herejía, un barco sacudido por olas terribles."

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La cita del epígrafe está tomada de un artículo publicado el 10 de febrero en el blog argentino Linum Fumigans, intitulada “Los pequeños grupos ideologizados” [1], cuyo autor es un sacerdote mendocino que utiliza el pseudónimo de Fray Filemón de la Trinidad, en donde analiza la crítica situación en que se encuentra la Iglesia, poniendo énfasis en lo que él considera ser el nefasto papel desempeñado por dos facciones enfrentadas ideológicamente pero complementarias en su funesto obrar anticatólico, a saber, el modernismo y el tradicionalismo preconciliar. Ambos bandos, según el autor, desvirtuarían el magisterio de la Iglesia, ya sea interpretando el Concilio Vaticano II en clave “progresista”, o bien creyendo ver en él una ruptura substancial respecto al magisterio anterior.

Ver también: CUATRO AÑOS CON MILES CHRISTI.

El Padre Filemón, a lo largo de la intensa actividad intelectual desarrollada en su blog, se ha fijado el objetivo de desenmascarar las falacias de ambas posturas y de defender la ortodoxia tanto del concilio como del magisterio de los papas conciliares, incluyendo el de Francisco, del cual admite errores de orden prudencial, susceptibles de una crítica respetuosa que él no se priva de efectuar, pero dejando incólume la rectitud de sus enseñanzas magisteriales. Seguidamente proporciono el intercambio epistolar que he mantenido recientemente con él sobre el tema, pues estimo que podría ser de algún interés y utilidad para quienes se preocupan por las cuestiones teológicas, particularmente por el origen, la naturaleza y el alcance de la presente crisis eclesial post conciliar. [2]

Relacionado: 1. Debate sobre la crisis eclesial. - 2. AYUDEMOS AL SANTO PADRE. - 3. "Precisiones acerca del debate sobre la crisis eclesial" - 4. La Sala de Audiencias del Vaticano es diabólica. - 5. COMPRENDER LA CRISIS CONCILIAR.

TRANSCRIPCIÓN DEL DEBATE

Miles Christi
- Estimado Padre: Que una persona culta e inteligente como usted no logre comprender el misterio de iniquidad instalado en Roma desde el CVII me resulta muy difícil de entender...

Padre Filemón - Estimado Miles Christi, ¿a qué se refiere usted con la expresión “misterio de iniquidad”? Y, supuesto eso, qué entiende al decir “instalado en Roma desde el CVII”?

Miles Christi - En sentido estricto, el misterio de iniquidad en su plenitud será la abominación desoladora en el lugar santo, es decir, el reinado universal del Anticristo, cuando se haga adorar públicamente, secundado por el falso profeta, quien le brindará legitimidad moral y religiosa ante la opinión pública mundial, y alentará a la humanidad a que acepte recibir la “marca de la bestia” en su mano derecha o en la frente. Ahora bien, a mi parecer, el modernismo triunfante en Roma desde el CVII, mediante -entre varios otros errores-, la libertad religiosa, el ecumenismo y el diálogo interreligioso, es una manifestación incipiente de dicho misterio de iniquidad, pues sienta las bases de una “religión de la humanidad” en la que se integran todos los cultos, considerados como caminos válidos y auténticos para vincularse con Dios, rendirle culto y estructurar la vida social. Este naturalismo e indiferentismo religioso ha sido particularmente visible en las diferentes reuniones interreligiosas por la paz de Asís, convocadas por los últimos tres papas, siempre alegando que su fundamento reside en la enseñanza contenida en los documentos conciliares.

El modernismo es, en el fondo, la infiltración de la primitiva gnosis luciferina del “seréis como dioses” -suerte de revelación diabólica contrapuesta a la revelación bíblica-, la que se ha transmitido desde la caída original hasta nuestros días, de múltiples formas (hermetismo egipcio, gnosticismo “cristiano”, cábala “judía”, neoplatonismo renacentista, rosacrucismo, spinozismo, hegelianismo, etc). El núcleo de esta doctrina es el panteísmo evolucionista, según el cual la divinidad toma conciencia de sí misma progresivamente, a través del desarrollo de su “creación/emanación”, en un lento pero continuo ascenso evolutivo, que va desde la materia inerte hasta la conciencia espiritual, la que tiene lugar, en su fase final, en el espíritu humano. De ahí que la condenación eterna sea negada, explícita o implícitamente, por la teología modernista -la salvación universal [3], el infierno vacío, el cristianismo anónimo, etc-, pues una separación definitiva de la creatura respecto de la divinidad, en el marco de una visión monista del mundo, carece de sentido.

De ahí también que todas las “tradiciones religiosas” sean aceptables -aunque se admitan diversos “grados” de perfección y de precisión en la presentación teórica que efectúan del “misterio de la existencia humana”-, ya que ellas, en el fondo, no hacen sino orientar al hombre hacia la plena conciencia de su destino divino, expresando todas, con menor o mayor fortuna, nuestra naturaleza profunda, la que surge de la inmanencia vital de nuestras conciencias en vías de divinización.

Que esta experiencia primordial sea expresada por las diferentes religiones con sus propias herramientas conceptuales -inherentes a una cultura, un lugar y una época determinadas -, es algo normal, y no debe constituir un obstáculo para el desarrollo de la fraternidad humana y la unidad entre los diferentes cultos -evitando el riesgo de caer en el “sincretismo”, obviamente, nos aseguran con tono tranquilizador y aires de “ortodoxia” doctrinal, pero construyendo juntos un “mundo mejor” y cuidando entre todos la “casa común”-, pues lo que nos une es lo esencial y universal, mientras que lo que nos distingue y separa, es, en definitiva, algo accesorio, mudable, perfectible, relativo a cada cultura particular.

No me cabe duda que en este engaño reside la futura religión mundial del Anticristo. Estos falsos principios fueron entronizados en la Iglesia en el CVII, y luego, han sido aplicados y difundidos sistemáticamente por todos los papas conciliares. A eso me refiero cuando digo que el misterio de iniquidad está instalado en Roma desde el CVII…

Padre Filemón - Estimado Miles Christi, el análisis que usted hace del desarrollo del gnosticismo relacionable con las místicas panteístas orientales y que ha desembocado en el actual modernismo, me parece muy bien hecho y encuentra mi completo acuerdo. Me sorprende que usted no haya citado a la masonería esotérica, que es el centro propulsor y difusor de este programa mundial de instauración de una humanidad donde el ateísmo se conjuga con el panteísmo.

Por cuanto respecta a las doctrinas del Concilio Vaticano II, yo desde hace décadas, siguiendo el Magisterio de los Papas del postconcilio, en mis publicaciones siempre he denunciado la falsa interpretación del Concilio por obra del modernismo y en particular por obra de Rahner. Por eso, la verdadera interpretación del Concilio conduce a descubrir en los documentos del Concilio precisamente el antídoto a este programa diabólico de subversión de la humanidad en función anticrística.

El punto sobre el cual no estoy de acuerdo con usted es, por tanto, el siguiente: la trama que usted ha descripto como actuante contra la Iglesia, corresponde exactamente a cuanto dice san Juan en el libro del Apocalipsis. El error del análisis que usted ha propuesto, reside en el hecho de que, en lugar de ver en los Papas del postconcilio y en el propio Concilio precisamente el baluarte que Cristo opone al anticristo, usted, de modo similar a Lutero, confunde al Papa con el anticristo y, tal vez inconscientemente, es usted el que está trabajando para el anticristo, acusando al Concilio de una obra anticristiana, cuando en realidad es precisamente el Concilio el que nos ayuda a vencer al anticristo.

Miles Christi - Estimado Padre: Le agradezco su respuesta. Varias cosas. Es cierto, no mencioné a la masonería, pero la lista no pretendía ser exhaustiva. De todos modos, en un sentido amplio, la considero como una variante de la cábala, destinada a la iniciación de los gentiles. Conozco sus escritos sobre el modernismo, los he leído todos, con gran provecho, en especial, me han servido para descubrir el pensamiento de Rahner. Va de suyo que no coincido con Lutero en su opinión sobre el Papa, pues, como católico, obviamente, acepto la institución del Papado y reconozco al Vicario de Cristo en el legítimo Sucesor de San Pedro. Tampoco ignoro que la roca petrina constituye un baluarte contra las fuerzas anticrísticas y que lo mismo se aplica a un concilio ecuménico reunido bajo su autoridad. Todo esto es algo elemental.

Ahora bien, el problema se plantea al comprobar que los dichos y hechos de los papas conciliares -al igual que ciertas enseñanzas contenidas en los documentos del concilio-, están impregnados del ecumenismo modernista condenado por el magisterio preconciliar, en particular, en las encíclicas Pascendi y Mortalium Animos, de San Pío X y Pío XI. Y conste que por razones de brevedad dejo acá expresamente de lado otras cuestiones igualmente capitales, como ser la libertad religiosa [4], la colegialidad, la nueva eclesiología del “subsistit in”, la relación con el “mundo moderno”, el novus ordo montiniano [5], etc. Prefiero centrarme en el tema del “ecumenismo”, -entendido en sentido lato-, porque estimo que es donde la influencia del modernismo es más fácilmente identificable, incluso para el profano.

Así, por ejemplo, cualquier cristiano debería poder comprender sin mayor dificultad que sería algo completamente surrealista imaginar a un San Pablo invitando a los cultos idólatras de su tiempo a reunirse bajo su patrocinio para que cada cual invocara a la “divinidad” con vistas a obtener la paz en el mundo. Sin embargo, de modo inverosímil, eso fue lo que hicieron los últimos tres pontífices, fundamentando su gesto en las enseñanzas innovadoras de los documentos conciliares.

Un evento de estas características habría sido considerado anatema en cualquier otra época de la Iglesia previa al CVII, por el simple motivo de que no existe ningún documento del magisterio precedente ni ningún pasaje de la Sagrada Escritura que puedan ser invocados para justificar la realización de semejante abominación, mientras que sí existen infinidad de textos que se oponen frontalmente a un acto de esta naturaleza impía -tanto blasfema como herética, cuando menos, de manera implícita-.

El ecumenismo conciliar manifiesta el indiferentismo religioso propio del modernismo, según el cual todas las religiones, al surgir de la inmanencia vital de la conciencia humana, son necesariamente expresiones de religiosidad auténticas y medios legítimos para conocer y honrar a Dios. Ninguna es falsa ni mala “per se”, a lo sumo, podrán adolecer de defectos en el modo en que expresan el “sentimiento religioso” del que manan, pero esto no constituirá un obstáculo para vincularse con Dios, ninguna será reprobable moralmente y, mucho menos, merecedora de una prohibición legal.

Nos hallamos en la era de la total y absoluta libertad de cultos, considerada como un bien social, un derecho humano y un imperativo jurídico, no ya como una tolerancia prudencial, ejercida atendiendo a circunstancias particulares de tal época o lugar, en aras de mantener la paz social. Ésta es precisamente la enseñanza vigente en Roma desde el CVII, de nada sirve negar la evidencia, por dolorosa que sea, y es diametralmente contraria al magisterio preconciliar: “contra factum, non fit argumentum”. Esto es lo que, a mi entender, constituye la “gran apostasía” de la que habla San Pablo, aludiendo a ella como a un requisito necesario previo a la manifestación del Anticristo.

Cada cual tratará de explicar la crisis conciliar como mejor pueda, mi parecer es el siguiente: Dios, en su sabiduría infinita, ha permitido que la Iglesia, cuerpo místico de Cristo, haya sido entregada en manos de sus enemigos y haya iniciado su Pasión [6] -a semejanza de lo acaecido hace dos mil años con el cuerpo físico de Cristo, para luego resucitar glorioso al tercer día-. De aquí se desprenden algunas conclusiones: la situación actual es inédita y única, es forzosamente de índole escatológica y, por tanto, humanamente insoluble, pero, a la vez, muy esperanzadora, pues esto significa que la Parusía -sinónimo de resurrección-, no ha de estar muy lejos.

Tampoco el reino universal del Anticristo, por lo cual hay que vivir cotidianamente en profunda unión con Dios, sin perder la paz interior y sin dejarse turbar por los acontecimientos exteriores, que serán cada vez peores, hasta que el Juicio de las Naciones y el retorno triunfal de Nuestro Señor pongan un término a la iniquidad. El año pasado publiqué un libro sobre este asunto, intitulado “Apostasía vaticana: hacia la religión mundial del Anticristo” [7], se consigue en la librería Vórtice [8], de la ciudad de Buenos Aires, por si pudiera interesarle…

Padre Filemón - Estimado Miles Christi, la introducción de su discurso me encuentra del todo de acuerdo. Me centraré, como usted ha preferido, en el problema del ecumenismo, y sigo los distintos pasajes de su discurso para responderlos por orden.
A este respecto, antes que nada, podemos hacer algunas observaciones de carácter histórico. Es de todos sabido que, antes del Concilio Vaticano II, los Papas del siglo XX, eran contrarios a que los representantes de la Iglesia católica participaran en los encuentros ecuménicos, que se organizaban entre los hermanos separados de las diversas Confesiones cristianas.
El giro o punto de inflexión ha ocurrido con el Concilio. Ahora bien, ¿cómo juzgar este cambio? Creo que de un modo muy simple y comprensible: la Iglesia ha pasado de una actitud de prevalente condena y, por tanto, de desconfianza hacia los Hermanos separados, a una actitud de prudente diálogo. En este punto cabe señalar que el Decreto Unitatis Redintegratio mantiene bajo una forma de gran apertura el tradicional empeño o compromiso de la Iglesia de llamar a sí a los Hermanos separados.
Sin embargo, hubo un cambio muy interesante en el lenguaje. Pío XI esperaba un “retorno”. En cambio, el Concilio ya no ha usado este término, sino que ha hablado de “plena comunión con la Iglesia católica”, como para decir que los Hermanos separados pertenecen a la Iglesia, pero no plenamente.
Lamentablemente, ha sucedido que, en concomitancia con este sano ecumenismo promovido por el Concilio y, por supuesto, por los Papas del postconcilio, se ha desarrollado un ecumenismo ambiguo, que ha insistido demasiado en los aspectos positivos de los Hermanos separados, mientras guardaba silencio sobre sus errores. Esto ha tenido como consecuencia que, mientras los Hermanos separados se sentían confirmados en sus errores, muchos católicos permanecían católicos solamente de nombre, pero influenciados por los mismos errores.
Valorado de modo general, el análisis suyo está muy bien hecho, sin embargo no tiene nada que ver con el sano ecumenismo, que viene promovido por la Iglesia. Lo que usted analiza como ecumenismo, en realidad se trata de un fenómeno de tipo modernista que, sin embargo, las Autoridades romanas han tolerado con excesiva indulgencia.
Por cuanto respecta a estas consideraciones suyas, puedo en parte estar de acuerdo, siempre sin embargo que usted no se refiera al Papa, acerca del cual tendría alguna reserva, pero no con un tono tan severo, porque vendría a ser ofendida la autoridad del Papa, que usted también afirma reconocer.
Por cuanto respecta a la escatología, también yo tengo cada tanto la sensación de que se están acercando los tiempos finales. Sin embargo, mi opinión es que la tarea actual de la Iglesia es aquella que nos indica el papa Francisco, vale decir, en líneas generales, la de llevar a término la reforma conciliar. De hecho, personalmente he llegado a la convicción de que, a medida que se acerque el retorno del Señor, será el mismo Papa quien nos advertirá de su venida inminente, para que podamos acoger al Señor del modo debido. La cosa extraña es que el Apocalipsis no menciona nunca al Papa. ¿Por qué? Probablemente el motivo sea para impedir que el Papa fuera alcanzado por el poder pagano dominante.
Un discurso similar yo haría para el así llamado Katekhon (2 Tes 2,4), un personaje misterioso que frena el poder de Satanás. Este personaje en un cierto momento viene a menos, falla, y Satanás se desata. Sin embargo, inmediatamente después viene Cristo, el Cual vence a Satanás e instaura el Reino de Dios. Mi opinión es que este Katekhon es el Papa, pero que no viene nombrado para no exponerlo a la persecución por parte del poder pagano.

Miles Christi - Estimado Padre: Le agradezco su respuesta. Habría mucho que decir, y desearía transcribir muchas citas magisteriales y bíblicas para que los lectores puedan verificar lo fundado de mi postura, pero esto volvería mi comentario tedioso e inapropiado para este medio. Por tanto, enunciaré solo los principios, acompañándolos de alguna cita ilustrativa ocasional.

En primer lugar, no hay que dejarse engañar por el lenguaje falaz de los modernistas: la pertenencia a la Iglesia no admite gradación, se es católico o no se es, el principio de no contradicción no conoce excepciones. La Iglesia siempre lo ha entendido así, y la única actitud veraz y caritativa hacia quienes están fuera de la Iglesia es el anuncio evangélico y la proposición del bautismo -en el caso de los infieles-, o de la abjuración de la herejía y el cisma para retornar al único redil de Cristo, a la única Arca de salvación, es decir, a la Iglesia de Cristo -que es la Iglesia católica (dogma de fe negado implícita y sibilinamente por el “susbsitit in” conciliar [9])-, para el resto.

El lenguaje que adoptan los teólogos conciliares simplemente no es católico, sino un eco del silbido infernal de la serpiente buscando perder al género humano, desde el jardín del Edén -en lo que fue el primer caso de “diálogo interreligioso”-, hasta las contemporáneas reuniones multiconfesionales de Asís. Usted reconoce que en el concilio se produjo un “punto de inflexión”, que es, a decir verdad, una flagrante ruptura con el magisterio precedente. En efecto, esto dice Pío XI sobre las reuniones interreligiosas en su encíclica Mortalium Animos:

“Con tal fin suelen estos mismos organizar congresos, reuniones y conferencias, con no escaso número de oyentes e invitar a discutir allí promiscuamente a todos, a infieles de todo género, de cristianos y hasta a aquellos que apostataron miserablemente de Cristo o con obstinada pertinacia niegan la divinidad de su Persona o misión. Tales tentativas no pueden, de ninguna manera, obtener la aprobación de los católicos, puesto que están fundadas en la falsa opinión de los que piensan que todas las religiones son, con poca diferencia, buenas y laudables, pues, aunque de distinto modo, todas nos demuestran y significan igualmente el ingénito y nativo sentimiento con que somos llevados hacia Dios y reconocemos obedientemente su imperio. Cuantos sustentan esta opinión, no sólo yerran y se engañan, sino también rechazan la verdadera religión, adulterando su concepto esencial, y poco a poco vienen a parar al naturalismo y ateísmo; de donde claramente se sigue que, cuantos se adhieren a tales opiniones y tentativas, se apartan totalmente de la religión revelada por Dios.”

Disculpe mi crudeza, pero creo que no hay que darle demasiadas vueltas al asunto, este solo texto basta y sobra para desenmascarar el embuste conciliar sobre el ecumenismo. Comprendo que resulte doloroso y perturbador admitirlo, pero de nada sirve negar la realidad. La malicia de la actitud conciliar consiste en confirmar a los herejes, cismáticos, judíos rabínicos e infieles en sus extravíos, haciéndoles creer que sus “tradiciones religiosas” son buenas, son caminos válidos para conocer, amar y servir a Dios, eso es lo que se les inculca al convocarlos a “rezar por la paz” en Asís, por ejemplo. Esto es un pecado gravísimo contra el primer mandamiento y contra la caridad hacia esa pobre gente extraviada en las tinieblas del error. Doy una cita de Francisco para ilustrar lo que digo:

“Una peregrinación educativa interreligiosa puede ser una fuente de gran enriquecimiento, ofreciéndonos múltiples oportunidades para encontrarnos, aprender unos de otros y apreciar nuestras diversas experiencias. La cultura del encuentro tiende puentes y abre ventanas a los valores y convicciones sagradas que inspiran a los demás. Derriba los muros que dividen a las personas y las mantienen prisioneras de las ideas preconcebidas, los prejuicios o la indiferencia (…) Como en el pasado también hoy, con la sabiduría y la humanidad de nuestras tradiciones religiosas, queremos estimular una renovada acción educativa que pueda hacer crecer en el mundo la fraternidad universal (...) deseo que esta peregrinación educativa os conduzca, guiados por el pensamiento de vuestro Maestro espiritual Buda, a un encuentro más profundo con vosotros mismos y con los otros, con la tradición cristiana y con la belleza de la tierra, que es nuestra casa común [10] 16/03/2023.

Insisto en mi argumento: esta actitud tiene su fundamento en el modernismo, es decir, en la infiltración del gnosticismo panteísta dentro de la Iglesia, disimulado bajo un lenguaje cristiano, para embaucar a los fieles incautos. Es normal que un modernista convoque a todas las religiones a Asís, porque piensa que, en el fondo, son todas verdaderas, en el sentido de que son una expresión auténtica, eminentemente respetable, de la experiencia psíquica primordial de la divinidad inmanente en la conciencia de cada cual. Eso es lo que profesan los papas conciliares, de ahí los aquelarres de Asís [11], la defensa de la libertad de cultos [12], la abolición del Estado confesional católico en los nuevos concordatos -a pedido del Vaticano y en aplicación de la falsa libertad religiosa proclamada en Dignitatis Humanae, condenada por todos los papas desde la Revolución Francesa hasta el CVII-, etc.

Repito lo que dije en un comentario anterior: esta actitud conlleva una ruptura radical, esencial, insalvable con la enseñanza y con la práctica bimilenarias de la Iglesia. Este giro copernicano -inédito y de inequívoco sesgo escatológico-, viniendo de su máxima autoridad, y aplicado por prácticamente la totalidad del episcopado mundial, no puede significar otra cosa que la gran apostasía anunciada por San Pablo, como un signo previo a la manifestación pública del Anticristo. Concluyo con tres breves citas muy esclarecedoras de Francisco respecto a esta herejía perversa y diabólica, instalada en Roma desde el CVII, y que ha sido profesada y aplicada por todos los papas conciliares desde entonces:

I. “Si en el pasado las diferencias religiosas nos enfrentaban, hoy vemos en ellas la riqueza de caminos distintos para llegar a Dios y para educar a las nuevas generaciones a la convivencia pacífica en el respeto recíproco” 5/10/2021. [13]

II. “Dialogar no significa renunciar a sus propias ideas y tradiciones, pero sí a la pretensión de que sean únicas y absolutas” 1/6/2014. [14]

III. “El pluralismo y la diversidad de religión, color, sexo, raza y lengua son expresión de una sabia voluntad divina, con la que Dios creó a los seres humanos. Esta sabiduría divina es la fuente de la que proviene el derecho a la libertad de credo y a la libertad de ser diferente.” 4/2/2019. [15]

Padre Filemón - Estimado Miles Christi, es necesario tener presente que, como enseña el Magisterio de la Iglesia de hoy, la pertenencia a la Iglesia es una cosa muy compleja, que resulta de la satisfacción de algunos requisitos o condiciones esenciales, algunos de los cuales pueden faltar hasta un límite debajo del cual uno ya no pertenece a la Iglesia de ningún modo.
Aquello que usted dice, o sea que debemos distinguir el pertenecer del no pertenecer, es más que correcto, porque sería doblez poner juntos el pertenecer con el no pertenecer. Pero más allá de esta elección, que se impone a todos nosotros, es necesario tener presente que la pertenencia a la Iglesia implica la asunción de un cierto número de elementos, de los cuales puede faltar alguno. Éste es el caso de los Hermanos separados.
En este punto nosotros comprendemos la enseñanza del Concilio, cuando nos dice que la plenitud de las verdades cristianas se encuentra sólo en la Iglesia Católica, mientras que los Hermanos separados pertenecen a la Iglesia de Cristo, que encuentra en la Iglesia Católica su plenitud. Esto implica que ellos no pertenecen plenamente a la Iglesia Católica, por lo cual el Concilio los invita a corregir aquellos errores que impiden la acogida o recepción de la plenitud de la verdad.
Por cuanto respecta al discurso de Pío XI, la preocupación de aquel Papa de la primera mitad del siglo pasado es más que acertada, en cuanto que él teme una forma de relativismo religioso que, con el pretexto de la libertad de conciencia, niega la universalidad de los valores religiosos y por otra parte teme el verificarse de ese sincretismo o indiferentismo religioso, que pone a todas las religiones a la par, en pie de igualdad, y niega el primado del cristianismo, un indiferentismo que por lo tanto desalienta la acción que el Católico debe hacer para persuadir al hermano separado a abrazar la plenitud de la verdad, que sólo se encuentra en la Iglesia católica.
Este comportamiento es decididamente condenable y no tiene nada que ver con el verdadero ecumenismo promovido por el Concilio Vaticano II, sino que es una hábil mistificación organizada por los modernistas de ayer y por los neo-modernistas de hoy, y sobre todo, por los rahnerianos.
La diversidad o diferencia entre la pastoral del Concilio Vaticano II y la pastoral de Pío XI sobre cómo debemos conducirnos frente a los Hermanos separados consiste en el hecho de que, mientras Pío XI está preocupado por preservar a los Católicos del error y por protegerlos del riesgo de ser engañados por los Hermanos separados, el Concilio, en cambio, parte de la consideración de aquellas que son las verdades cristianas que nosotros los Católicos tenemos en comunión con los no-católicos, pero no para detenerse en esta constatación, que si bien trae alegría a todos, sin embargo no es suficiente tal constatación para el cumplimiento de toda la obra ecuménica, pues sobre esa base de la constatación de lo que nos mancomuna, la pastoral del Concilio quiere alcanzar la reconciliación de todos los cristianos en la única verdad que nos ha enseñado Cristo. Para alcanzar esta unidad, el Concilio estimula tanto a nosotros, los Católicos como a los demás Hermanos cristianos, a reunirnos para abordar con lealtad, franqueza y caridad, los puntos controvertidos, mientras que el deber de nosotros, los Católicos, es el de hacer todo el esfuerzo posible para persuadir a estos Hermanos a alcanzar la plenitud de la verdad.
Por consiguiente, constatamos que la única diferencia entre Pío XI y el Concilio, sobre el tema que estamos considerando, es una pura diversidad pastoral. Hoy la Iglesia tiene mayor confianza en poder conducir a los Hermanos separados, a través del diálogo ecuménico, a la plenitud de la verdad. Por otra parte, recordemos que el deber de nosotros los Católicos es el de seguir la pastoral de la Iglesia de hoy, porque es en el hoy cuando la Iglesia nos indica el camino hacia Cristo.

Por cuanto respecta al famoso “subsistit”, como explicó la Congregación para la Doctrina de la Fe algunos años después, el Concilio, hablando de la Iglesia de Cristo, no pretende referirse a una Iglesia más amplia que aquella que es la Iglesia Católica, sino que se trata de la misma Iglesia Católica.
Ese “subsistit” es una simple referencia al hecho de que la Iglesia es una Persona mística, que tiene su propia subsistencia, pero es claro que al mismo tiempo sigue siendo válida la doctrina de la esencia de la Iglesia, lo que responde a la pregunta de qué cosa es la Iglesia.
¿Qué sentido tiene esta doctrina del “subsistit”? ¿Qué propósito tiene? Esta doctrina nos quiere precisamente explicar que la Iglesia es una Comunidad con múltiples dimensiones o grados de participación, por lo cual un cristiano puede pertenecer más o puede pertenecer menos a la Iglesia.
¿Por qué el Concilio distingue la Iglesia de Cristo de la Iglesia Católica? No porque, como he dicho, ellas no sean la misma cosa, sino para poder evidenciar estos grados de participación, por lo cual el ser católico es la plenitud del ser cristiano, mientras que la condición de los Hermanos separados es siempre la de ser cristianos, por consiguiente también ellos pertenecen a la Iglesia de Cristo, pero no plenamente a la Iglesia Católica.
Por eso el Concilio, en el deseo de que ellos sean plenamente cristianos, los invita a entrar en plenitud en la Iglesia Católica.

Los teólogos que siguen el Concilio y lo interpretan bajo la guía del Magisterio pontificio postconciliar, no tienen nada que ver con no sé qué influencia diabólica. Si de doctrinas diabólicas queremos precisamente y propiamente hablar, estas serán, en todo caso, las interpretaciones dadas por los rahnerianos, o por los schillebeeckxianos, o por los küngianos.
Por cuanto respecta al “giro” o “punto de inflexión” que el Concilio ha provocado en la teología católica, como ya explicó el papa Benedicto XVI, no conlleva ninguna ruptura con el dogma ni con la Tradición. Ésta es la tesis tanto de los filolefebvrianos como de los modernistas, los cuales no han comprendido que en realidad las doctrinas del Concilio hacen comprender mejor tanto el dogma como la Tradición. Por lo tanto no hay ninguna ruptura con el dogma y la Tradición, sino un progreso, un enriquecimiento, una clarificación, una explicitación y un desarrollo en la continuidad. En base a lo expuesto por Benedicto XVI al respecto, ya hay sobrados argumentos teológicos de esto, expuestos con claridad por competentes teólogos, sobre todo cuando unos once o doce años atrás se debatieron estos temas, durante el pontificado del papa Ratzinger, e incluso existen óptimos libros sobre esta temática.
Filofebvrianos y modernistas, por el contrario, están de acuerdo, como he dicho, en la tesis de la ruptura; los primeros para lamentarse por lo que consideran el escándalo de la ruptura, los segundos para regocijarse por ella, pero tanto los unos como los otros se equivocan en su interpretación de las nuevas doctrinas del Concilio.

Como ya le he explicado, el decreto Unitatis Redintegratio y la declaración Nostra Aetate no confirman en absoluto a los Hermanos separados y a los no-cristianos en sus errores. Ambos documentos del Concilio Vaticano II simplemente ponen en luz los valores religiosos que tenemos en común nosotros los católicos con ellos, aunque en el respeto de sus legítimas tradiciones diferentes.
El Concilio afirma que el camino de elección para la salvación es el católico, sin excluir que también las otras religiones posean verdades salvíficas, aunque siempre mezcladas con el error, las cuales religiones, liberadas del error, constituyen también ellas caminos de salvación aunque parciales, que en todo caso convergen hacia Cristo y que derivan de Cristo.
Por lo cual, si los sujetos están en buena fe, pueden también ellos, guiados por la gracia, alcanzar la salvación, como hubo de enseñar ya el beato papa Pío IX en la encíclica Quanto conficiamur moerore, del 1863, Denz. 2865-2866.
Por cuanto respecta a las palabras benévolas del Papa hacia Buda, ellas deben entenderse, por supuesto, como referidas al aspecto positivo de su espiritualidad, que el Papa define como encuentro más profundo con uno mismo.
Naturalmente, la circunstancia disuadía del recordar los errores teológicos de Buda y de los budistas, pero es claro que esos errores están presupuestos, y se puede decir que una referencia a ellos se trasluce en las exhortaciones que el Papa mismo dirige a los peregrinos, exhortándoles: “a un encuentro más profundo con los otros, con la tradición cristiana y con la belleza de la tierra, que es nuestra casa común”. De hecho, acerca de estos valores que menciona el Papa, lamentablemente la espiritualidad budista es carente.

Miles Christi - Estimado Padre: Muchas gracias por su amable respuesta. Tendría mucho para comentar, pero intentaré ser lo más conciso posible, ciñéndome a lo esencial. Permítame decirle, con todo respeto, que el enfoque del “ecumenismo conciliar” no se reduce a una mera “diversidad pastoral”, como usted piensa, sino que plantea una visión innovadora en cuanto a la naturaleza de la fe y de la revelación divina. La diferencia, por tanto, no es “pastoral”, no consiste en la elección de determinados medios facultativos e intrínsecamente lícitos escogidos para alcanzar la finalidad sobrenatural que concierne a la misión evangelizadora encomendada a la Iglesia.

No, por desgracia, la diferencia del enfoque adoptado por el “ecumenismo conciliar” respecto de la praxis preconciliar es de índole teológica, doctrinal y dogmática. Es la misma diferencia que existe entre el subjetivismo e inmanentismo panteísta propio del modernismo, y la fe católica con su Dios creador, redentor y remunerador exterior a la conciencia humana, a cuya revelación el hombre debe asentir con su inteligencia y amar con su voluntad.

Asís es clave para comprender esto: su mensaje implícito pero innegable es que, cuando un hombre practica su religión, cualquiera ésta sea, está siguiendo la voz del Dios inmanente que se manifiesta en lo recóndito de su psiquismo, y por ese motivo, su acto de “culto” es bueno, auténtico, legítimo y debe ser no solo respetado, sino amparado y protegido como un derecho por la legislación civil. Es la falsa libertad religiosa [16] de Dignitatis Humanae, que promueve la laicidad del Estado [17], condenada por todos los papas del siglo XIX y por los del siglo XX, anteriores al CVII. En cuanto al fondo de cada acto religioso, las diferencias entre las diversas “confesiones”, sectas heréticas, cismáticas o idólatras, son secundarias, accesorias, puesto que lo importante no es lo que nos “separa”, sino lo que nos “une”: la divinidad que habita en lo profundo de cada alma humana.

De ahí la libertad de culto irrestricta, convertida en el derecho fundamental de la “persona humana” divinizada por la gnosis modernista, que le otorga lógicamente una “dignidad inalienable” (NO a la pena de muerte [18], NO a la condenación eterna [19], NO a la represión de las “falsas religiones” [20], las que, de hecho, YA NO EXISTEN COMO TALES), que profesa la Iglesia desde el CVII en absoluta contradicción con la Sagrada Escritura y con dos mil años de magisterio eclesial. De ahí también los encuentros ecuménicos e interreligiosos en los que todas las religiones participan EN UN PIE DE IGUALDAD con sus oraciones propias, su liturgia específica y sus “meditaciones espirituales” basadas en sus propios “libros sagrados”.

Esto -aunque duela comprobarlo, aunque duela más aún tener que admitirlo-, es lo que sucede cada día en la Iglesia desde el CVII. La astucia maligna del “subsistit in” es hacer creer a los pobres cristianos engañados que sus sectas heréticas y/o cismáticas forman parte de la Iglesia de Cristo, que en ellas no corren riesgo espiritual o moral alguno, que a través de ellas rinden un culto agradable a Dios, que siguiendo sus enseñanzas y adhiriendo a sus prácticas se encaminan seguramente hacia la “salvación” y que, a lo sumo, podrían intentar alcanzar la “plenitud de fe” que se halla en la Iglesia católica. Tal cosa sería “recomendable”, “deseable”, “conveniente”, pero de ninguna manera “necesaria”, “imperativa” ni “indispensable”. “Todos los caminos llevan a Roma” y, desde el CVII, todas las religiones conducen hacia Dios.

Ahora bien, el sofisma reside en el hecho de que la Iglesia católica ES la Iglesia de Cristo. No “subsiste” en ella, junto a muchas otras. Entre ambas, la relación es de IDENTIDAD, no de una inclusión concéntrica privilegiada, ni de una mayor excelencia o preeminencia ejercida entre un conjunto de “iglesias particulares”, defectuosas en algún sentido, pero intrínsecamente legítimas y aceptables como instrumentos “salvíficos”. Y, por consiguiente, quien abandona la Iglesia católica -o bien nace fuera de ella-, NO FORMA PARTE DE LA IGLESIA DE CRISTO, sino de una secta herética y/o cismática.

Esto, objetivamente hablando, sin prejuzgar de la buena fe de la persona, ni de su eventual salvación en caso de ser fiel a la gracia bautismal. Pero la pertenencia eventual de alguien al “alma” de la Iglesia -posible y deseable- es algo que nadie puede conocer, salvo Dios. Y si la persona se salva, no será “gracias” sino “a pesar” de su pertenencia a la secta herética o cismática. Esto es algo absolutamente cierto y se podrían dar incontables citas magisteriales y patrísticas al respecto. Pero, para no atosigar, me contentaré con transcribir una sola:

“Algunos no se consideran obligados por la doctrina que, fundada en las fuentes de la revelación, expusimos Nos hace pocos años en una encíclica [Mystici Corporis], según la cual el Cuerpo místico de Cristo y la Iglesia católica romana son una sola y misma cosa.” Pío XII, encíclica Humani Generis n. 21, 12/08/1950.

Cuando los papas conciliares invitan a las falsas religiones del mundo a orar por la paz en Asís, las están confirmando en sus errores, les están dando a entender que sus falsos cultos y sus falsas creencias no constituyen un obstáculo en su relación con Dios, son apropiadas para complacerlo, son medios válidos para vivir santamente y cumplir con su voluntad, y conducen todas a la salvación. Pues bien, esto es no solo falso, sino que reviste un carácter lisa y llanamente diabólico. Es por eso que sostengo que el ecumenismo modernista profesado y practicado desde el CVII encarna LA GRAN APOSTASÍA previa a la aparición del Anticristo, tal cual nos lo advirtiera claramente San Pablo e implícitamente también Nuestro Señor (“Cuándo vuelva el Hijo del Hombre, ¿hallará fe sobre la tierra?”)

El ecumenismo conciliar se basa en la doctrina gnóstico panteísta [21] propia del modernismo según la cual toda forma de religiosidad humana es auténtica y verdadera, por la sencilla razón de que surge de la intimidad de la conciencia humana, sede inalienable de la divinidad. Que luego los hombres sistematicen y teoricen esta “experiencia primordial” común a cada ser humano de diversos modos, valiéndose de los instrumentos conceptuales disponibles en la cultura, el lugar y la época en viven, es algo absolutamente irrelevante en relación a la legitimidad del acto religioso.

Es por eso no me canso de insistir en este punto: la forma de relacionarse con las demás religiones implementada desde el CVII no es una nueva “opción pastoral”, que podría ser más o menos idónea o prudente, según las circunstancias en que se aplica. Se trata, muy por el contrario, de un NUEVO MODO DE COMPRENDER LA RELIGIÓN, el ser humano, la creación, la redención, etc.

Así, por ejemplo, la Iglesia es subrepticiamente identificada con la “humanidad”, la noción de “infierno” y “condenación eterna” es totalmente evacuada -¿cómo podría alguien separarse definitivamente de Dios en una visión monista del mundo?-, la redención misma es desnaturalizada, pasando a ser una mera “toma de conciencia” de nuestra común divinidad, ínsita en nuestras almas. De esta “inmanencia vital” se desprende la “fraternidad universal” y la “hermandad de las religiones”, artesanas de la paz mundial y guardianas de la “casa común”. Estamos ante el ideario naturalista y humanista de la masonería, ni más, ni menos. El “ecumenismo conciliar” es la manifestación del indiferentismo religioso en su más prístina expresión.

Concluyo, a título ilustrativo de lo que he dicho, con dos citas, la primera de Francisco, del 26/02/2017, con motivo de su visita a la iglesia anglicana de All Saints en Roma: [22]

“En el norte de argentina se encuentran las misiones anglicanas y católicas con los aborígenes, y el obispo anglicano y el católico trabajan juntos. Y cuando la gente no puede ir el domingo a la celebración católica, van a la anglicana, y los anglicanos van a la católica, porque no quieren pasar el domingo sin una celebración, y trabajan juntos. Y aquí, la Congregación para la Doctrina de la Fe lo sabe.”

Y la segunda, de la Gran Logia de España, “El Oriente”, del 5/10/2020: [23]

«Hace ahora 300 años se produjo el nacimiento de la Masonería Moderna. El gran principio de esta escuela iniciática no ha cambiado en tres siglos: la construcción de una fraternidad universal donde los seres humanos se llamen hermanos unos a otros más allá de sus credos concretos, de sus ideologías, del color de su piel, su extracción social, su lengua, su cultura o su nacionalidad. Este sueño fraternal chocó con el integrismo religioso que, en el caso de la Iglesia Católica, propició durísimos textos de condena a la tolerancia de la Masonería en el siglo XIX. La última encíclica del Papa Francisco demuestra lo lejos que está la actual Iglesia Católica de sus antiguas posiciones. En “Fratelli Tutti”, el Papa abraza la Fraternidad Universal, el gran principio de la Masonería Moderna: “Anhelo que en esta época que nos toca vivir, reconociendo la dignidad de cada persona humana, podamos hacer renacer entre todos un deseo mundial de hermandad”, expresa abogando por una fraternidad abierta, que permite reconocer, valorar y amar a cada persona, más allá de la cercanía física, más allá del lugar del universo donde haya nacido o donde habite. Para la construcción de esa Fraternidad Universal, el Papa aboga por perseguir el horizonte de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, “no suficientemente universales”.» [24]

Padre Filemón - Estimado Miles Christi,
el diálogo ecuménico e interreligioso promovido por el Concilio Vaticano II comporta dos fases: una primera fase, inicial y preparatoria, de reconocimiento de los comunes valores cristianos (ecumenismo) y de religión natural (diálogo interreligioso), y una segunda, final y conclusiva, de tipo propositivo y correctivo, en la cual, sobre la base de los acuerdos alcanzados, debemos proponer a los no católicos y a los no-cristianos los valores faltantes y corregir los errores a fin de que entren en plena comunión con la Iglesia católica, en la plenitud de la verdad salvadora.
El balance que podemos hacer de estos sesenta años es la feliz conclusión de la primera fase, es decir, la implementación de relaciones amistosas y de colaboración recíproca sobre la base de los valores comunes establecidos en estos sesenta años. Ahora parece el momento de abordar la segunda fase. Las conversiones al catolicismo, lamentablemente, han sido pocas, porque hemos tenido poca capacidad para hacerlo atractivo por encima de todas las demás confesiones religiosas. Nos cuesta demasiado hacernos creíbles porque estamos divididos entre modernistas e indietristas. El Papa habla mucho de evangelización y de Iglesia en salida: pero si no estamos unidos en torno a él, lo único que hacemos es batir el aire.
Desgraciadamente nos hemos visto obstaculizados por un falso ecumenismo y diálogo interreligioso con características gnósticas, liberales, indiferentistas, masónicas, relativistas y modernistas, que han tenido por efecto dejar a los interlocutores en sus errores, impedir las conversiones e infectar a los católicos de sus errores.
Los encuentros de “oración” en Asís ciertamente han revelado ser una experiencia fallida [25], porque se ha querido ampliar el diálogo al totemismo, al politeísmo y a la idolatría, mientras que se han obtenido buenos resultados en el diálogo entre las religiones monoteístas, según las prescripciones del Concilio.

Ernesto Vergara - Estimado padre Filemón, he leído todas las intervenciones del señor Alejandro Sosa Laprida. Para mí una cosa es clara: el señor Sosa manifiesta una contradicción fundamental.
Por un lado, en uno de sus primeros comentarios él dice que: “Va de suyo que no coincido con Lutero en su opinión sobre el Papa, pues, como católico, obviamente, acepto la institución del Papado y reconozco al Vicario de Cristo en el legítimo Sucesor de San Pedro. Tampoco ignoro que la roca petrina constituye un baluarte contra las fuerzas anticrísticas y que lo mismo se aplica a un concilio ecuménico reunido bajo su autoridad. Todo esto es algo elemental.”
Pero luego, en todos los demás comentarios está claro que no respete la autoridad del Papa, no la valora en toda su dimensión, que vincula a los fieles en todo lo que respecta a su magisterio doctrinal, y obliga a los fieles a seguirlo en todo lo que respecta a sus directrices pastorales.
En definitiva, esta contradicción vertebral en el discurso del señor Sosa, es una contradicción típica del indietrismo cismático lefebvriano.

Miles Christi - Estimado Sr. Vergara: Su observación es correcta. La conclusión a la que llego, basándome en la situación descripta en mis anteriores comentarios, es que los papas conciliares no han podido recibir la jurisdicción sobre la Iglesia universal, ya que, de haber sido así, no habrían incurrido en la herejía modernista, pues ella los habría preservado de errar en materia de fe, por promesa divina. Sucede que no quería exponer mi postura al respecto, pues el Padre Filemón no acepta comentarios de tono sedevacantista en su blog y respeto su decisión, limitándome aquí a responder puntualmente a su comentario. Queda aclarado entonces que no soy “lefebvrista”, aunque comparto la postura crítica de la FSSPX respecto al CVII, al “magisterio” post conciliar y a la “reforma” litúrgica. Simplemente, el papel activamente heterodoxo desempeñado por las autoridades eclesiásticas conciliares en esta debacle doctrinal -incompatible con una auténtica autoridad revestida de legítima jurisdicción sobre la Iglesia universal, dotada de infalibilidad en materia de fe por promesa divina- me conduce a conclusiones diferentes. [26]

Padre Filemón - Estimado Miles Christi, por cuanto respecta a la colaboración en Argentina entre el obispo católico y el anglicano, me parece una cosa positiva en cuanto que, en entrambos casos, se rinde culto al Señor.
Para comprender esta colaboración es necesario que tener en cuenta el carácter extraordinario de la circunstancia, es decir, el hecho de que los fieles, si no hubiera nadie que celebrara el rito, se verían privados de la Celebración Litúrgica. [27]
De todos modos, permanece el hecho de que las ordenaciones anglicanas no son válidas. Sin embargo, sus celebraciones, si se llevan a cabo con piedad y celo, tienen un valor simbólico y son agradables a Dios y, al fin de cuentas, son cristianos también ellos.
Por cuanto respecta al hecho de que la masonería haya apreciado la encíclica Fratelli tutti, es posible que algunos masones quieran instrumentalizar al Santo Padre. Sin embargo, está el hecho bien conocido que no somos nosotros los católicos quienes aprendemos de ellos en términos de fraternidad universal, sino que son ellos quienes han aprendido del Evangelio.
Por eso, si el Papa cita la fraternidad universal, no es porque haga un guiño a la masonería, sino porque reconoce en ella, en este punto, una huella del mensaje evangélico y un valor universal de la razón humana. [28]
Le hago también presente que quien nace fuera de la Iglesia Católica visible, si está en buena fe y vive honestamente, puede muy bien pertenecer inconscientemente a la Iglesia Católica. Recuérdese, en efecto, que Dios puede salvar a estas personas incluso sin los Sacramentos.
Por otra parte, incluso en las sectas heréticas existen siempre, junto a los errores, verdades de las cuales Cristo se sirve para conducir a los miembros de estas sectas a la salvación, verdades que están hechas para ser completadas con esa plenitud de verdad que se encuentra solamente en la Iglesia Católica, la cual coincide con la Iglesia de Cristo en cuanto plenitud de la Iglesia de Cristo. Iglesia a la cual las confesiones no católicas pertenecen sólo parcialmente, por lo cual la actividad ecuménica exige de nosotros, los Católicos, trabajar esforzadamente para conducir a estos Hermanos a la plenitud de la verdad, que se encuentra en la Iglesia Católica bajo la guía del Papa, a quien no es lícito acusar de herejía, sin caer por ello mismo en la herejía.

Miles Christi - Estimado Padre: Coincido con usted en este último punto. Es por eso que escribí: “(...) sin prejuzgar de la buena fe de la persona, ni de su eventual salvación en caso de ser fiel a la gracia bautismal. Pero la pertenencia eventual de alguien al “alma” de la Iglesia -posible y deseable- es algo que nadie puede conocer, salvo Dios. Y si la persona se salva, no será “gracias” sino “a pesar” de su pertenencia a la secta herética o cismática.”

No obstante, que tal o cual individuo en estado de ignorancia invencible pero fiel a la gracia bautismal alcance su destino sobrenatural y haya, de hecho, pertenecido al “alma” de la Iglesia de Cristo -que es la Católica ÚNICAMENTE, no solo “secundum quid” por poseer la “plenitud” de la fe, sino “simpliciter”, por ser la única Iglesia fundada por Nuestro Señor- durante su tránsito terrestre, no significa que la multitud de sectas heréticas -las que, DE SUYO, son solo vehículo del error y cuya autoría corresponde al Maligno, fuente de toda obra de engaño y división-, sean miembros de la “Iglesia de Cristo”, y a las que solamente les faltaría alcanzar la “plena comunión” con la Iglesia católica.

Es en este sutil sofisma en donde reside el discurso mendaz adoptado desde el CVII, sirviéndose del astuto subterfugio lingüístico del “subsistit in”, innovación inédita en dos mil años de vocabulario eclesiológico que debería despertar la sospecha inmediata de los teólogos avezados, conocedores de las estrategias dialécticas de los modernistas. La distinción entre las personas bautizadas, de buena fe en el error, y las sectas heréticas, anatematizadas por la Iglesia y carentes de verdad religiosa que les sea atribuible EN CUANTO TALES, resulta indispensable...

Padre Filemón - Estimado Miles Christi, usted denuncia muchos errores de tipo modernista que, efectivamente, están hoy en circulación dentro de la Iglesia. Estos errores los he refutado en mis escritos en este blog, sobre todo en mi crítica a Rahner. Pero el querer atribuirlos al Concilio Vaticano II es un grave error, porque es como acusar de herejía a un Concilio Ecuménico, y esto no es lícito para un católico, porque haciéndolo así, a su vez se cae en la herejía.
Le invito, por tanto, a interpretar correctamente el Concilio y el Magisterio del postconcilio, de lo contrario a usted le faltará la doctrina necesaria para refutar esos errores que con razón usted denuncia.
Así en cambio sucede que usted, creyendo combatir contra el modernismo, en realidad cae en su red, en la trampa del modernismo, porque se priva del verdadero medio para refutar al modernismo, que es la fidelidad al Concilio, interpretado por los Papas del postconcilio, y no en su mistificación rahneriana.
Para decirlo todo en dos palabras: los males de la Iglesia de hoy no nos vienen del Concilio y de los Papas del postconcilio, sino que nos vienen de los modernistas, los cuales no han influido en el Concilio, sino que están caracterizados por los rahnerianos.

Miles Christi - Con todo respeto, Padre, permítame decirle que su opinión peca de ingenua, pues hay abundante literatura que demuestra fehacientemente cómo los teólogos neo modernistas, mantenidos bajo estricta vigilancia durante el pontificado de Pío XII -que censuró sus doctrinas en la encíclica Humani Generis, como usted sabe-, fuero rehabilitados por Juan XXIII y de inmediato incorporados al cuerpo de peritos conciliares.

Le recomiendo leer “El Rin desemboca en el Tíber”, de Ralph Wiltgen -un autor imparcial, no sospechoso de “integrismo”-, “El concilio del Papa Juan”, de Michael Davies y “Iota Unum”, de Romano Amerio. De todos modos, imagino que los conoce. Desde la perspectiva de uno de los principales artesanos del “ecumenismo conciliar”, la obra “Mon Journal du Concile”, del dominico Yves Congar, es muy interesante. Transcribo seguidamente un texto muy esclarecedor sobre la postura del Padre Congar durante el concilio:

«A comienzos de noviembre se discute el esquema sobre los obispos y vuelve a aflorar la cuestión de la colegialidad. También se reparte el esquema sobre la libertad religiosa. En este marco, inserta nuestro cronista algunas reflexiones sobre las posturas en litigio:

“Se asiste a la confrontación de dos eclesiologías. Las secuelas del pontificado de Pío XII son puestas en cuestión. Y, por encima de ellas, el régimen que ha prevalecido a partir de la reforma gregoriana, sobre la base de la identificación entre Iglesia romana e Iglesia católica universal. Las Iglesias viven, están allí, representadas y reunidas en el concilio, y demandan una eclesiología de la Iglesia y de las Iglesias, y no solamente de la monarquía papal con el sistema jurídico que ella se ha dado.”

En esta misma línea vuelve a expresarse poco después haciendo una valoración de la marcha del concilio mismo:

“Hay que reconocer que, desde el comienzo, a través de todo el período preparatorio y desde la apertura del concilio, se prosigue una lucha entre la ecclesia y la curia.”

Censura duramente el ultramontanismo, nacido de la estructura puramente italiana de los organismos romanos y de la ideología romana: “La gente de la curia (Ottaviani, Browne, Staffa, Carli) hace TODO para impedir que el episcopado retome los derechos que le han sido usurpados”.» [29] (Nota: Las mayúsculas son de Congar).

Padre Filemón - Estimado Miles Christi, la intención del papa Juan XXIII era la de valorizar los aspectos positivos de ciertos teólogos, cuyos errores habían sido condenados por Pío XII. El programa del Concilio lo encontramos de algún modo en el gran proyecto de renovación teológica elaborado por Jacques Maritain en los cincuenta años de actividad teológica que precedieron al Concilio.
Un caso interesante desde este punto de vista es el caso de Rahner, que por un lado tenía una buena reputación como estudioso de espiritualidad, pero por otro había sido censurado por Pío XII a propósito de la virginidad de Nuestra Señora. Sucedió que Adenauer pidió al papa Juan que eliminara la censura a Rahner. El Papa permitió a Rahner ser perito del Concilio. ¿Qué juicio dar sobre este hecho?
El hecho es que Rahner ha dado una buena contribución al Concilio, que lamentablemente ha sido mal interpretada por los indietristas. Este hecho es demostrado por la colaboración que él llevó a cabo con Ratzinger. El problema Rahner surgió después del Concilio, cuando Rahner comenzó a manifestar el criptomodernismo que llevaba en su ánimo, pero que mantuvo oculto durante las labores del Concilio. Sin embargo, Rahner se había ganado una gran fama como protagonista del Concilio, por lo cual comenzó a propagar por todo el mundo su interpretación del modernismo.
En este punto, como observa el padre Fabro, el episcopado no sintió ánimo para intervenir contra Rahner por temor a parecer estar en contraste con el Concilio.
Un episodio muy significativo a este respecto es la historia de mons. Lefebvre, el cual no llegó a comprender el valor de las nuevas doctrinas del Concilio, aunque su crítica a Rahner era correcta. Sin embargo, Lefebvre cometió otro error, y fue el de creer que aquellas nuevas doctrinas habían sido causadas por el modernismo de Rahner.
Uno de los peritos del Concilio, Ratzinger, que había colaborado con Rahner, al darse cuenta después del Concilio de este giro modernista de Rahner, lo criticó duramente en el libro “Les principes de la théologie catholique” de 1981, y durante el resto de su actividad, primero en la Congregación para la Doctrina de la Fe y luego como Papa, se opuso al rahnerismo.
Por cuanto respecta a Amerio, él era un buen tomista, pero no entendía la nueva eclesiología del Concilio, creyendo que el Concilio hubiera cambiado la esencia de la Iglesia, lo cual era imposible, porque un Concilio Ecuménico no puede cometer errores en materia de fe y moral.
Por cuanto respecta a Congar, él ha sido un gran teólogo tomista del siglo pasado. Efectivamente, ha sido demasiado benévolo frente a Lutero. Por otra parte, siempre por cuanto respecta a Congar, en mi opinión es necesario emitir un juicio matizado, en el sentido de que antes del Concilio no se puede negar un cierto autoritarismo de tipo doctrinal, sin perjuicio, no obstante, de la autoridad doctrinal del Papa.
Al mismo tiempo, reitero mi crítica a Congar en materia de ecumenismo, mencionada antes. Congar favorecía una eclesiología que, sin llegar a un ecumenismo filoprotestante, según me parece, acentuaba de manera exagerada el pluralismo religioso dentro y fuera de la Iglesia.
Ahora bien, imaginar que el Papa y los Padres del Concilio han sido engañados por algunos peritos modernistas es una grave ofensa al Magisterio de la Iglesia y una acusación intolerable en boca de un Católico.

Miles Christi - Estimado Padre: Añado citas del Padre Congar y del Cardenal Suenens en las que reconocen públicamente el carácter revolucionario del concilio:

“La Iglesia ha hecho pacíficamente su revolución de octubre” (Yves Congar, Le Concile au jour le jour, 2ª session, París, Cerf, 1964, p. 115). Y a propósito de la Iglesia escribía: “Lumen Gentium abandonó la tesis que la Iglesia Católica sería Iglesia de modo exclusivo” (Yves Congar, Essais Ecuméniques, Le Centurion, 1984, p. 216). En relación con el ecumenismo: “Es claro, sería vano esconderlo: el decreto conciliar Unitatis redintegratio dice sobre varios puntos otra cosa que el ‘fuera de la Iglesia no hay salvación’, en el sentido en que se entendió, durante siglos, este axioma” (Ibid. p. 85). Admitió también Congar que la declaración Dignitatis Humanae sobre la libertad religiosa es contraria al Syllabus del Papa Pío IX: “Es innegable que la declaración del Vaticano II sobre la libertad religiosa expresa algo muy distinto de aquello que afirmó el Syllabus de 1864, diciendo justamente lo contrario de las proposiciones 16, 17 y 19 de ese documento” (Yves Congar, La crise d’Eglise et Mgr. Lefebvre, París, Cerf, 1977, p. 54). Por su parte, el Cardenal Suenens dijo que “podríamos hacer una lista impresionante de las tesis enseñadas en Roma antes del Concilio como las únicas válidas, y que fueron eliminadas por los Padres conciliares” (I.C.I., 15 de mayo de 1969). [30]

Seguidamente comparto una cita del cardenal Ratzinger [31] que arroja mucha luz acerca de lo realmente sucedido durante el concilio:

“Si se desea presentar un diagnóstico del texto [Gaudium et Spes] en su totalidad, podríamos decir que, en unión con los textos sobre la libertad religiosa [Dignitatis Humanae] y las religiones del mundo [Nostra Aetate] se trata de una revisión del Syllabus de Pío IX, una especie de Anti-Syllabus [...] Limitémonos a decir aquí que el texto se presenta como Anti-Syllabus y, como tal, representa una tentativa de reconciliación oficial con la nueva era inaugurada en 1789”. [32]

FIN DEL DEBATE

Este último comentario no fue publicado. Aclaro que no lo he tomado a mal, pues el Padre Filemón ya había dado, durante varios días, sobradas muestras de paciencia y de caridad para conmigo y me pareció que había llegado el momento de poner un término a nuestra correspondencia, no tenía sentido prolongarla indefinidamente. Igualmente, desistí de responder al comentario anterior porque considero que estábamos en un callejón sin salida, girando en círculo, en relación al tema de la pertenencia a la Iglesia católica de un modo visible e institucional -la cual no admite gradualidad-, y a la distinción necesaria, por un lado, entre “cristianos separados” de buena fe que no pertenecen visible e institucionalmente a la Iglesia pero que sí pueden estar incorporados de modo invisible al “alma” de la Iglesia y así obtener la salvación y, por otro lado, la cuestión del estatuto que revisten las sectas heréticas, las que de ninguna manera pueden ser consideradas como parte integrante de la “Iglesia de Cristo”, aunque para matizar se diga de ellas que no gozan de la “plenitud” de la fe y que, por tanto, su “participación” eclesial es “imperfecta”.

No, no es “imperfecta”, es lisa y llanamente “nula”, y además, no existen las “iglesias particulares”, si esta categoría se aplica a las sectas heréticas o cismáticas: las únicas auténticas “iglesias particulares” son las diversas comunidades diocesanas católicas diseminadas por el mundo bajo el gobierno de un obispo en comunión con la Santa Sede. Esta pirueta lingüística pergeñada por los rebeldes al magisterio es la que se funda en la novedad eclesiológica conciliar del “subsistit in”, que permite la distinción falaz entre “Iglesia católica” e “Iglesia de Cristo”, en cuyo seno estarían comprendidas todas las “confesiones” cristianas, dotada cada una de su grado de “plenitud” propio, siendo la “Iglesia católica” la única que poseería la “plenitud” en grado eminente.

Esta doctrina conciliar, semejante a la “teoría de las ramas” propugnada por ciertos anglicanos y condenada por la Iglesia en el siglo XIX, es un invento de los teólogos modernistas como el Padre Yves Congar, para implementar su objetivo ecuménico de “unidad ” obtenida sin mediar la conversión de los herejes y cismáticos, la abjuración de sus errores y su ansiado retorno a la única Arca de Salvación, que es la Iglesia Católica -la que posee una relación de “identidad” con la “Iglesia de Cristo”, y no de “pertenencia”, por más “plena” que se la presente-. Por supuesto, este afán conciliar heterodoxo de alcanzar la “unidad” en detrimento de la “verdad” no se circunscribe a los “cristianos separados”, sino que, “de iure”, se extiende a los miembros de todas las religiones, como hemos podido ver que ha acontecido con los eventos interreligiosos de Asís, convocados por los últimos tres papas conciliares. [33]

ÚLTIMA INTERVENCIÓN

Ante una pregunta atinada de un lector que requería una respuesta de mi parte, decidí efectuar un último comentario. De paso, aproveché la ocasión para incluir las citas de los tres teólogos conciliares que no habían sido publicadas en mi anterior posteo. Por fortuna, en ese momento, como a veces sucede en este blog, estaba activada la función de “publicación automática”, por lo cual tuve la satisfacción de ver mi comentario publicado. Veremos si permanecerá o bien si será suprimido. De cualquier modo, esta vez pongo definitivamente un término a este intercambio epistolar, que ya ha sido suficientemente prolongado, esperando que sea de alguna utilidad para quienes se interesan en las cuestiones teológicas y eclesiales…

Ernesto Vergara - Analizando, como simple y modesto observador, el diálogo que usted está manteniendo con Miles Christi, me he puesto a pensar acerca del modo como debe ser desarrollado aquello que Aristóteles y Santo Tomás llaman dialéctica. No, por supuesto, en el sentido de Platón y de Hegel, sino en el sentido de Aristóteles y Tomás, vale decir, en el sentido de un diálogo. Diálogo que, en la dialéctica, se supone que es sobre opiniones. Pero, ¿qué pasa cuando uno de los dos interlocutores va más allá de las simples opiniones y expresa lo que ya no es una opinión, sino una certeza (ciencia), en cuanto afirmación fundada, sea en razón, sea en fe? Me pregunto, entonces, ¿cómo hacer para que el interlocutor se dé cuenta de que el diálogo (la dialéctica) ya ha terminado, porque se ha pasado de la doxa a la episteme? Entonces: ¿cuál es su experiencia, padre Filemón? ¿Cómo hacer para terminar la dialéctica cuando nuestro interlocutor no se da cuenta que ella, en sí misma, ya ha terminado?

Miles Christi - Estimado Sr. Vergara: Muy buena pregunta. Como de costumbre, sus observaciones son valiosas y pertinentes. En efecto, cuando tal cosa se produce, el diálogo ha, simplemente, llegado a su fin. Sin embargo, no me parece que el principio al que alude pueda aplicarse en la presente circunstancia. La objeción que planteo es la siguiente y, a mi entender, legitima la persistencia de mi cuestionamiento: ¿puede haber certeza sobre la ortodoxia del CVII cuando algunos de sus principales artífices han admitido públicamente lo contrario? Lo invito a leer las siguientes declaraciones del Padre Congar y de los Cardenales Suenens y Ratzinger:

“La Iglesia ha hecho pacíficamente su revolución de octubre” (Yves Congar, Le Concile au jour le jour, 2ª session, París, Cerf, 1964, p. 115). Y a propósito de la Iglesia escribía: “Lumen Gentium abandonó la tesis que la Iglesia Católica sería Iglesia de modo exclusivo” (Yves Congar, Essais Ecuméniques, Le Centurion, 1984, p. 216). En relación con el ecumenismo: “Es claro, sería vano esconderlo: el decreto conciliar Unitatis redintegratio dice sobre varios puntos otra cosa que el ‘fuera de la Iglesia no hay salvación’, en el sentido en que se entendió, durante siglos, este axioma” (Ibid. p. 85).

Admitió también Congar que la declaración Dignitatis Humanae sobre la libertad religiosa es contraria al Syllabus del Papa Pío IX: “Es innegable que la declaración del Vaticano II sobre la libertad religiosa expresa algo muy distinto de aquello que afirmó el Syllabus de 1864, diciendo justamente lo contrario de las proposiciones 16, 17 y 19 de ese documento” (Yves Congar, La crise d’Eglise et Mgr. Lefebvre, París, Cerf, 1977, p. 54). Por su parte, el Cardenal Suenens dijo que “podríamos hacer una lista impresionante de las tesis enseñadas en Roma antes del Concilio como las únicas válidas, y que fueron eliminadas por los Padres conciliares” (I.C.I., 15 de mayo de 1969).

Y el Cardenal Ratzinger declaró en 1985: “Si se desea presentar un diagnóstico del texto [Gaudium et Spes] en su totalidad, podríamos decir que, en unión con los textos sobre la libertad religiosa [Dignitatis Humanae] y las religiones del mundo [Nostra Aetate] se trata de una revisión del Syllabus de Pío IX, una especie de Anti-Syllabus [...] Limitémonos a decir aquí que el texto se presenta como Anti-Syllabus y, como tal, representa una tentativa de reconciliación oficial con la nueva era inaugurada en 1789” (Los principios de la teología católica, p. 426-427).

Finalmente, transcribo un pasaje de mi último libro, “Apostasía Vaticana”[34], que describe en pocas líneas la inédita situación en que se halla sumida la Iglesia:

En febrero de 2019, en Abu Dabi, capital de los Emiratos Árabes Unidos, Francisco y el Gran Imán de Al-Azhar, Ahmed Al-Tayeb, firmaron el Documento sobre la Fraternidad Humana por la Paz Mundial y la Convivencia Común [35], en el que se lee: “El pluralismo y la diversidad de religión, color, sexo, raza y lengua son expresión de una sabia voluntad divina, con la que Dios creó a los seres humanos.”

En octubre del mismo año se organizó una ceremonia religiosa en los jardines vaticanos durante la cual se rindió culto a la Pachamama [36], en presencia de Bergoglio y varios miembros de la curia. Tres días después, el ídolo fue llevado en procesión a la basílica de San Pedro, siendo luego expuesto al culto de los fieles en una iglesia romana durante el desarrollo del Sínodo Amazónico.

No ha faltado quien manifestara su desconcierto ante estos hechos e incluso, su repudio, en nombre de la ortodoxia. No obstante, pocos parecen haberse percatado de la continuidad existente entre estos gestos de Bergoglio y otros semejantes realizados por sus predecesores. En efecto, la idea subyacente de estos eventos no es otra que la de las Jornadas Interreligiosas de Asís que Juan Pablo II convocara por primera vez en 1986, a saber, que las diferentes “tradiciones religiosas” son opciones legítimas para relacionarse con la “divinidad”, orientar la conducta del hombre y estructurar la vida social.

La asamblea multiconfesional de Asís ha sido un acontecimiento inédito en la historia de la Iglesia, marcando un punto de inflexión pastoral que nos retrotrae necesariamente al Concilio Vaticano II como a su fuente, en particular a los documentos relacionados con la libertad religiosa, el ecumenismo y el diálogo interreligioso. Y aquí surge una pregunta, tan incómoda como ineludible: el “ecumenismo conciliar” -cuyos actos emblemáticos son, justamente, las reuniones interreligiosas de Asís-, ¿es compatible con el magisterio de la Iglesia y con la revelación divina?

Concluyo con un pasaje de la Súplica a San Miguel Arcángel, escrita por León XIII en 1890, cuyo contenido se aplica literalmente a la situación que nos es dado vivir actualmente:

“Los más astutos enemigos han llenado de amargura a la Iglesia, esposa del Cordero Inmaculado, le han dado a beber ajenjo, han puesto sus manos impías sobre todo lo que para Ella es más querido. Donde fueron establecidas la Sede de San Pedro y la Cátedra de la Verdad como luz para las naciones, ellos han erigido el trono de la abominación de la impiedad, de suerte que, golpeado el Pastor, pueda dispersarse la grey. ¡Oh, invencible adalid, ayuda al pueblo de Dios contra la perversidad de los espíritus que lo atacan y dale la victoria!” [37]

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DIEZ AÑOS CON FRANCISCO.

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Notas y referencias:

[1] Los pequeños grupos ideologizados (3/ )

[2] Hace cuatro años habíamos tenido otro interesante intercambio acerca del mismo asunto, “Debate sobre la crisis eclesial”: Debate sobre la crisis eclesial. - Un artículo relacionado con el tema: “Ayudemos al Santo Padre” - AYUDEMOS AL SANTO PADRE.

[3] El fundamento se halla en Gaudium et Spes 22: “El Hijo de Dios con su encarnación se ha unido, en cierto modo, con todo hombre”, noción ampliamente desarrollada por Juan Pablo II:
I. “Cristo Señor ha indicado estos caminos sobre todo cuando -como enseña el Concilio- mediante la encarnación el Hijo de Dios se ha unido en cierto modo a todo hombre. […] Este hombre es el camino de la Iglesia, camino que conduce en cierto modo al origen de todos aquellos caminos por los que debe caminar la Iglesia, porque el hombre -todo hombre sin excepción alguna- ha sido redimido por Cristo, porque con el hombre -cada hombre sin excepción alguna- se ha unido Cristo de algún modo, incluso cuando ese hombre no es consciente de ello”. Redemptor Hominis n. 13/14.
II. “[…] debemos […] manifestar al mundo nuestra unidad […] en la revelación de la dimensión divina y humana […] de la Redención, en la lucha con perseverancia incansable en favor de esta dignidad que todo hombre ha alcanzado, […] que es la dignidad de la gracia de adopción divina.” Idem, n. 11.
III. “Nace el Redentor del hombre. Con Él nace la humanidad nueva. Y con Él nace la Iglesia […] A la Iglesia, por su misión primordial, nacida con Cristo nacido, y recibida de Él con mandato solemne, incumbe defender la dignidad del hombre: de cada hombre -como he escrito en mi primera Encíclica-. Porque cada uno ha sido comprendido en el misterio de la Redención y con cada uno se ha unido Cristo, para siempre, por medio de este misterio.” Discurso a la curia romana, 22-12-1979, n. 3. A los cardenales y prelados de la Curia romana con motivo de las fiestas navideñas (22 de diciembre de 1979) | Juan Pablo II
IV. “Cristo […] nos conoce con el conocimiento y con la ciencia más interior, con el mismo conocimiento con que Él, Hijo, conoce y abraza al Padre y, en el Padre, abraza la verdad infinita y el amor. Y, mediante la participación en esta verdad y en este amor, Él hace nuevamente de nosotros, en Sí mismo, los hijos de su Eterno Padre; obtiene, de una vez para siempre, la salvación del hombre: de cada uno de los hombres y de todos, de aquellos que nadie arrebatará de su mano... En efecto, ¿quién podría arrebatarlos?” Homilía del 27-04-1980, n. 5. 27 de abril de 1980, Visita pastoral a la parroquia romana de Santa María «in Trastevere» | Juan Pablo II
V. “[…] como el Concilio Vaticano II recuerda, [el hombre] es la única criatura que Dios ha querido por sí misma y sobre la cual tiene su proyecto, es decir, la participación en la salvación eterna. No se trata del hombre abstracto, sino del hombre real, concreto e histórico: se trata de cada hombre, porque a cada uno llega el misterio de la redención, y con cada uno se ha unido Cristo para siempre a través de este misterio.” Centesimus Annus n. 5.
VI. “En el hecho de la Redención está la salvación de todos, porque cada uno ha sido comprendido en el misterio de la Redención y con cada uno Cristo se ha unido, para siempre, por medio de este misterio.” Redemptoris Missio n. 4.
VII. “Este rayo de la noche de Navidad […] es la chispa de luz más profunda de la humanidad a quien Dios ha visitado, esta humanidad acogida de nuevo y asumida por Dios mismo […] La naturaleza humana asumida místicamente por el Hijo de Dios en cada uno de nosotros, que hemos sido adoptados en la nueva unión con el Padre. La irradiación de este misterio se expande lejos, muy lejos; alcanza también aquellas partes o esferas de la existencia de los hombres en las que todo pensamiento acerca de Dios […] parece estar ausente.” Audiencia general, 27-12-1978, n. 1. 27 de diciembre de 1978, La Navidad del Señor | Juan Pablo II
VIII. “La Eucaristía: el Sacramento de la Alianza del Cuerpo y de la Sangre de Cristo, de la Alianza que es eterna. Esta es la Alianza que abarca a todos. Esta Sangre llega a todos y salva a todos.” Homilía, 06-06-1985, n. 7. 6 de junio de 1985, Liturgia eucarística en la Plaza de San Juan de Letrán en la solemnidad del Cuerpo y de la Sangre de Cristo | Juan Pablo II
Recomiendo al respecto la siguiente lectura: “El itinerario teológico de Juan Pablo II hacia la jornada mundial interreligiosa de oración por la paz en Asís”, por Johannes Dörmann. Descargar el PDF en mi blog en la entrada “Juan Pablo II profesaba la herejía de la salvación universal”: Juan Pablo II profesaba la herejía de la salvación universal.

[4] El Cardenal Ratzinger admite la ruptura doctrinal: “Si se desea presentar un diagnóstico del texto [Gaudium et Spes] en su totalidad, podríamos decir que, en unión con los textos sobre la libertad religiosa [Dignitatis Humanae] y las religiones del mundo [Nostra Aetate], se trata de una revisión del Syllabus de Pío IX, una especie de Anti-Syllabus.” Fuente: “Los principios de la teología católica”, París, Téqui, 1985, p. 426-427.
Esto es lo que dice el concilio: “El derecho a la libertad religiosa está realmente fundado en la dignidad misma de la persona humana, tal como se la conoce por la palabra revelada de Dios y por la misma razón natural. Este derecho (…) ha de ser reconocido en el ordenamiento jurídico de la sociedad de tal manera que llegue a convertirse en un derecho civil (…) no se funda en la disposición subjetiva de la persona, sino en su misma naturaleza. Por lo cual, el derecho a esta inmunidad permanece también en aquellos que no cumplen la obligación de buscar la verdad y de adherirse a ella, y su ejercicio, con tal de que se guarde el justo orden público, no puede ser impedido.” Dignitatis Humanae n. 2
Esto es totalmente falso (nótese que, curiosamente, el documento no brinda ninguna cita bíblica ni magisterial en respaldo de su posición), además de blasfemo y herético, ya que se opone diametralmente al primer mandamiento: “Yo, el Señor, soy tu Dios (…) No habrá para ti otros dioses delante de mí. No te harás escultura ni imagen alguna ni de lo que hay arriba en los cielos, ni de lo que hay abajo en la tierra, ni de lo que hay en las aguas debajo de la tierra. No te postrarás ante ellas ni les darás culto” (Ex. 20, 2-5) y “Está escrito: Al Señor tu Dios adorarás, sólo a Él darás culto” (Mt. 4, 10) Comparar ahora con este texto de DH n. 4: “(…) la naturaleza social, tanto del hombre como de la religión misma, exige las comunidades religiosas. A estas comunidades (…) se les debe (…) la inmunidad (…) para honrar a la Divinidad con culto público (…) Forma también parte de la libertad religiosa el que no se prohíba a las comunidades religiosas manifestar libremente el valor peculiar de su doctrina para la ordenación de la sociedad (…)” Sería interesante saber lo que dirían al respecto un Moisés o un San Pablo... Dignitatis Humanae

[5] Al respecto, recomiendo la lectura del “Breve examen crítico del Novus Ordo Missae”, por los Cardenales Ottaviani y Bacci: Breve Examen Crítico del Novus Ordo Missae - Carde…

[6] Recomiendo leer al respecto “El Concilio Vaticano II inició la Pasión de la Iglesia”: EL CONCILIO VATICANO II INICIÓ LA PASIÓN DE LA IGLESIA.

[7] “Apostasía vaticana: hacia la religión mundial del Anticristo”: NOVEDAD EDITORIAL: APOSTASÍA VATICANA.

[8] Bienvenido | Editorial Vórtice

[9] Veamos la nueva definición: “Esta Iglesia [de Cristo], establecida y organizada en este mundo como una sociedad, subsiste en la Iglesia católica, gobernada por el sucesor de Pedro y por los Obispos en comunión con él, si bien, fuera de su estructura, se encuentran muchos elementos de santidad y verdad que, como bienes propios de la Iglesia de Cristo, impelen hacia la unidad católica.” Lumen Gentium n. 8: Lumen gentium -
Esto fue ratificado por la declaración Dominus Iesus: “Con la expresión subsitit in el Concilio Vaticano II quiere armonizar dos afirmaciones doctrinales: por un lado, que la Iglesia de Cristo, no obstante las divisiones entre los cristianos, sigue existiendo plenamente sólo en la Iglesia católica, y, por otro lado, que fuera de su estructura visible pueden encontrarse muchos elementos de santificación y de verdad, ya sea en las Iglesias como en las Comunidades eclesiales separadas de la Iglesia católica […] Las Iglesias (esto es herético, porque existe una única Iglesia fundada por Cristo, a saber, la Iglesia Católica) que no están en perfecta comunión (como si existiera una “comunión imperfecta”, noción completamente contradictoria) con la Iglesia católica pero se mantienen unidas a ella por medio de vínculos estrechísimos como la sucesión apostólica (no es cierto, pues la sucesión apostólica implica el poder de jurisdicción sobre los fieles -potestas iurisdictionis-, no basta con la transmisión válida del poder de orden -potestas ordinis-; un sucesor de los apóstoles es, por definición, miembro de la Iglesia católica) y la Eucaristía válidamente consagrada, son verdaderas iglesias particulares (esto es mentira: son sectas heréticas y cismáticas, las iglesias particulares son las diferentes diócesis católicas). Por eso, también en estas Iglesias está presente y operante la Iglesia de Cristo […].” n. 16/17:
Declaración Dominus Iesus
“Algunos no se consideran obligados por la doctrina -que, fundada en las fuentes de la revelación, expusimos Nos hace pocos años en una encíclica [Mystici Corporis]-, según la cual el Cuerpo místico de Cristo y la Iglesia católica romana son una sola y misma cosa.” Pío XII, encíclica Humani Generis n. 21, 12/08/1950.
Humani Generis (12 de agosto de 1950) | PIUS XII
“La Iglesia de nuestro tiempo se ha hecho particularmente consciente de esta verdad y, por ello, a su luz, ha logrado redefinir, en el Concilio Vaticano II, su propia naturaleza.” Cardenal Karol Wojtyla, prédica del retiro de Cuaresma de 1976 a Pablo VI y a la Curia romana en el Vaticano, publicado en Signo de contradicción, BAC, Madrid, 1978, p. 24.
El cardenal Ratzinger lo explicó muy bien en una conferencia del año 2000: “Ahora bien, por lo que atañe a la eclesiología de la Lumen gentium, han quedado ante todo en la conciencia de la gente algunas palabras clave: la idea de pueblo de Dios, la colegialidad de los obispos como revalorización del ministerio episcopal frente al primado del Papa, la revalorización de las Iglesias locales frente a la Iglesia universal, la apertura ecuménica del concepto de Iglesia y la apertura a las demás religiones; y, por último, la cuestión del estado específico de la Iglesia católica, que se expresa en la fórmula según la cual la Iglesia una, santa, católica y apostólica, de la que habla el Credo, subsistit in Ecclesia catholica. […] Al llegar a este punto, resulta necesario analizar un poco más a fondo el sentido de la palabra subsistit. Con esta expresión el Concilio se aparta de la fórmula de Pío XII que, en su encíclica Mystici corporis Christi, había dicho: la Iglesia católica es (est) el único cuerpo de Cristo. En la diferencia entre subsistit y est subyace todo el problema ecuménico. […] la diferencia entre subsistit y est encierra el drama de la división eclesial. Aunque la Iglesia sólo sea una y subsista en un único sujeto, también fuera de este sujeto existen realidades eclesiales, verdaderas Iglesias locales y diversas comunidades eclesiales. Dado que el pecado es una contradicción, en definitiva esta diferencia entre subsistit y est no puede resolverse plenamente desde el punto de vista lógico. (Esto es dialéctica gnóstica hegeliana en estado puro). ” Eclesiología de la Lumen gentium, conferencia Ratzinger, febrero 2000

[10] A una delegación de la "United Association of Humanistic Buddhism" (Taiwán) (16 de marzo de 2023) | Francisco

[11] “Distinguidos huéspedes, queridos amigos: Os acojo esta mañana en el palacio apostólico y os agradezco una vez más vuestra disponibilidad a participar en la Jornada de reflexión, diálogo y oración por la paz y la justicia en el mundo, que celebramos ayer en Asís, veinticinco años después de aquel primer encuentro histórico (…) Mirando hacia atrás, podemos apreciar la clarividencia del Papa Juan Pablo II al convocar el primer encuentro de Asís, y la necesidad continua de hombres y mujeres de distintas religiones de testimoniar juntos que el viaje del espíritu siempre es un viaje de paz.” BXVI, 28/10/2011. A las delegaciones que participaron en el Encuentro de Asís (28 de octubre de 2011) | Benedicto XVI

[12] “Es fundamental la contribución de las grandes tradiciones religiosas, que desempeñan un papel fecundo de fermento en la vida social y de animación de la democracia. La convivencia pacífica entre las diferentes religiones se ve beneficiada por la laicidad del Estado, que, sin asumir como propia ninguna posición confesional, respeta y valora la presencia del factor religioso en la sociedad, favoreciendo sus expresiones concretas.” Francisco, 27/07/2013.
Encuentro con la clase dirigente de Brasil en el Teatro Municipal (Río de Janeiro, 27 de julio de 2013) | Francisco
“Asimismo, la paz se arraiga en el respeto de la libertad religiosa, que es un aspecto fundamental y primordial de la libertad de conciencia de las personas y de la libertad de los pueblos. Es importante que, en todo el mundo, cada persona pueda adherirse a la religión que quiera y practicarla libremente y sin miedo, pues nadie puede fundamentar su existencia únicamente en la búsqueda de un bienestar material. Aceptar esa dimensión personal y colectiva tendrá, sin duda alguna, efectos benéficos sobre la vida social, pues amar al Todopoderoso y acogerlo invita a todos a ponerse al servicio de sus hermanos y a construir la paz. Así pues, aliento a los responsables de las naciones y a todos los hombres de buena voluntad a comprometerse cada vez con mayor decisión en la construcción de un mundo libre, fraterno y solidario, en el que la atención hacia las personas tenga prioridad sobre los meros aspectos económicos.” BXVI, 18/05/2016 A los nuevos Embajadores ante la Santa Sede con motivo de la presentación de las Cartas credenciales (18 de mayo de 2006) | Benedicto XVI
“En todo país democrático corresponde a las autoridades civiles garantizar la libertad efectiva de todos los creyentes y permitirles organizar libremente la vida de su propia comunidad religiosa. (…) Deseo que los creyentes, independientemente de la comunidad religiosa a la que pertenezcan, sigan beneficiándose de esos derechos, con la certeza de que la libertad religiosa es una expresión fundamental de la libertad humana y de que la presencia activa de las religiones en la sociedad es un factor de progreso y de enriquecimiento para todos [...] El reconocimiento del papel positivo que desempeñan las religiones dentro del cuerpo social puede y debe impulsar a nuestras sociedades a profundizar cada vez más su conocimiento del hombre y a respetar cada vez mejor su dignidad, poniéndolo en el centro de la acción política, económica, cultural y social.” BXVI, 28/10/2011 Viaje Apostólico a Turquía: Encuentro con el Cuerpo Diplomático acreditado ante la República de Turquía (28 de noviembre de 2006) | Benedicto XVI

[13] Encuentro del Santo Padre Francisco con los representantes de las religiones sobre el tema “Religions and Education: towards a Global Compact on Education”(Religiones y educación: hacia un pacto mundial por la educación)

[14] XLVIII Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales, 2014 - La comunicación al servicio de una auténtica cultura del encuentro | Francisco

[15] “Documento sobre la Fraternidad Humana por la Paz Mundial y la Convivencia Común”, firmado por Francisco y del Gran Imán Ahmed Al-Tayeb en febrero de 2019 en Abu Dabi, capital de los Emiratos Árabes Unidos. Esta declaración pronto formará parte del adoctrinamiento practicado por los organismos mundialistas -con el auspicio del Vaticano- para allanar el camino a una futura religión mundial que garantice la paz y la seguridad del planeta. Cito el texto, para que no queden dudas:
“ […] la Iglesia Católica y al-Azhar, a través de la cooperación conjunta, anuncian y prometen llevar este Documento a las Autoridades, a los líderes influyentes, a los hombres de religión de todo el mundo, a las organizaciones regionales e internacionales competentes, a las organizaciones de la sociedad civil, a las instituciones religiosas y a los exponentes del pensamiento; y participar en la difusión de los principios de esta Declaración a todos los niveles regionales e internacionales, instándolos a convertirlos en políticas, decisiones, textos legislativos, planes de estudio y materiales de comunicación. Al-Azhar y la Iglesia Católica piden que este documento sea objeto de investigación y reflexión en todas las escuelas, universidades e institutos de educación y formación, para que se ayude a crear nuevas generaciones que traigan el bien y la paz, y defiendan en todas partes los derechos de los oprimidos y de los últimos.” Documento sobre la fraternidad humana por la paz mundial y la convivencia común (Abu Dabi, 4 de febrero de 2019) | Francisco
Esta aseveración bergogliana, diametralmente opuesta tanto a la enseñanza del Magisterio de la Iglesia como a la de la Sagrada Escritura, es eminentemente gnóstica y panteísta, puesto que realiza la identificación de los contrarios, equiparando la verdad con el error y la mentira, conciliando la luz con las tinieblas, identificando la revelación divina con las abominaciones de la idolatría, nivelando el dogma católico con las incontables herejías inventadas por los enemigos de la Iglesia, sosteniendo implícitamente que la doctrina revelada por Jesucristo es equivalente a las de las perversas fábulas anticatólicas inspiradas por el Padre de la Mentira. Ésta fue la reacción del Gran Oriente de Italia: “Fratellanza umana per la pace mondiale e la convivenza comune; un documento innovativo promettente con due autorevoli firme, quelle del @Pontifex_it e del Grande Imam Ahamad al-Tayyeb. Leggi il saggio di P. Cascioli in #NuovoHIRAM. #Massoneria #Cultura.”
twitter.com/GrandeOrienteit/status/1249918618445451264

[16] “En nombre de la libertad religiosa del Vaticano II se han suprimido los Estados todavía católicos, se los ha laicizado, se ha borrado de las constituciones de dichos Estados el primer artículo que proclamaba la sumisión del Estado a Dios, su Autor, o en el cual hacía profesión de la verdadera religión. Esto es precisamente lo que los masones no querían escuchar más; entonces encontraron el medio radical: obligar a la Iglesia, por la voz de su magisterio, a proclamar la libertad religiosa, nada menos; y así por una consecuencia inevitable, obtener la laicización de los Estados católicos.” Monseñor Marcel Lefebvre, “Lo destronaron”, 1987. fsspx-sudamerica.org/sites/sspx/files/ledestronaron.pdf
Recomiendo vivamente la descarga y la lectura atenta de esta obra esencial para comprender la infiltración progresiva del liberalismo dentro de la Iglesia, la cual desembocó en la declaración conciliar Dignitatis Humanae sobre la libertad religiosa, en nombre de la cual el Vaticano impuso a todos los Estados confesionales católicos que todavía existían en el mundo la firma de un nuevo Concordato que incorporase la doctrina conciliar en la materia.
El Cardenal Ratzinger reconoce la asimilación de las ideas liberales en el CVII:
“El problema de los años sesenta era el de adquirir los mejores valores resultantes de dos siglos de cultura ‘liberal’. De hecho, son valores que, aunque nacidos fuera de la Iglesia, pueden encontrar su lugar -purificados y corregidos- en su visión del mundo. Es lo que se ha hecho.” Entrevista con Vittorio Messori, mensual “Jesús”, noviembre de 1984, pág. 72, citado acá: fsspx-sudamerica.org/sites/sspx/files/ledestronaron.pdf, p. 44.
Leamos lo decía al respecto León XIII al emperador de Brasil en 1889:
“La libertad de religión considerada en relación con la sociedad se basa en este concepto, que el Estado, incluso en una nación católica, no está obligado a profesar ni favorecer ninguna; debe ser indiferente hacia todos y considerarlos jurídicamente iguales. Por lo tanto, no se trata de esa tolerancia de facto, que en determinadas circunstancias puede concederse a las sectas disidentes; sino reconocer a éstos los mismos derechos que pertenecen a aquella única religión verdadera, que Dios estableció en el mundo y distinguió con caracteres y signos muy claros y definidos, para que todos pudieran reconocerla como tal y abrazarla. Con tal libertad, por tanto, verdad y error, fe y herejía, la Iglesia de Jesucristo y cualquier institución humana se ponen en la misma línea: con ella se establece una separación deplorable y desastrosa entre la sociedad humana y Dios que es el autor, y llegamos a la triste consecuencia del indiferentismo del Estado en materia de religión, o lo que es lo mismo, su ateísmo.
Sin embargo, nadie podrá negar razonablemente que la sociedad civil, al igual que el hombre individualmente, tiene deberes para con Dios, su creador, supremo legislador y providencial benefactor. Romper todo vínculo de sujeción y respeto con el Ser Supremo, negarse a honrar su poder y dominio soberano, negar los beneficios que de él recibe la sociedad, es algo condenado no sólo por la fe, sino por la razón y sentimiento general de los propios antiguos paganos, que situaron el culto a la divinidad como base de su orden público y de sus empresas civiles y militares, desde las que repitieron su prosperidad y grandeza.
Pero sería superfluo insistir en estas reflexiones. Ya hemos demostrado en otras ocasiones en documentos públicos dirigidos al mundo católico cuán errónea es la doctrina de quienes, bajo el seductor nombre de libertad de culto, proclaman la apostasía legal de la sociedad respecto de su divino Autor.”
Una pregunta: ¿acaso sería excesivo aplicar el calificativo de “apostasía” a la libertad religiosa conciliar invocando estas palabras de León XIII? Sinceramente, no lo creo…
È giunto (19 luglio 1889) | LEONE XIII

[17] Esto enseña el Papa León XIII en su encíclica Inmortale Dei del año 1885:
“Constituido sobre estos principios, es evidente que el Estado tiene el deber de cumplir por medio del culto público las numerosas e importantes obligaciones que lo unen con Dios. La razón natural, que manda a cada hombre dar culto a Dios piadosa y santamente, porque de Él dependemos, y porque, habiendo salido de Él, a Él hemos de volver, impone la misma obligación a la sociedad civil. […] El Estado tiene la estricta obligación de admitir el culto divino en la forma con que el mismo Dios ha querido que se le venere. Es, por tanto, obligación grave de las autoridades honrar el santo nombre de Dios. Entre sus principales obligaciones deben colocar la obligación de favorecer la religión, defenderla con eficacia, ponerla bajo el amparo de las leyes, no legislar nada que sea contrario a la incolumidad de aquélla.”
Immortale Dei (1 de noviembre de 1885) | LEÓN XIII
Y esta es la enseñanza de Pío XI en Quas Primas, la encíclica por la cual instituyó la solemnidad de Cristo Rey en 1925:
“La celebración de esta fiesta, que se renovará cada año, enseñará también a las naciones que el deber de adorar públicamente y obedecer a Jesucristo no sólo obliga a los particulares, sino también a los magistrados y gobernantes. A éstos les traerá a la memoria el pensamiento del juicio final, cuando Cristo, no tanto por haber sido arrojado de la gobernación del Estado cuanto también aun por sólo haber sido ignorado o menospreciado, vengará terriblemente todas estas injurias; pues su regia dignidad exige que la sociedad entera se ajuste a los mandamientos divinos y a los principios cristianos, ora al establecer las leyes, ora al administrar justicia, ora finalmente al formar las almas de los jóvenes en la sana doctrina y en la rectitud de costumbres.” § 33 Quas primas (11 de diciembre de 1925) | PIUS XI

[18] Recomiendo la siguiente lectura sobre el tema: “Bergoglio y la pena de muerte” Bergoglio y la pena de muerte.

[19] “Dios es luz que ilumina las tinieblas y que aunque no las disuelva hay una chispa de esa luz divina dentro de nosotros. En la carta que le escribí recuerdo haberle dicho que aunque nuestra especie termine, no terminará la luz de Dios que en ese punto invadirá todas las almas y será todo en todos.” Francisco, Entrevista con Eugenio Scalfari el 24 de septiembre de 2013, publicado el 1 de octubre en La Repubblica, p. 10: aciprensa.com/entrevistapapalarepubblica.pdf
“El Señor a todos, a todos nos ha redimido con la sangre de Cristo: a todos, no solo a los católicos. ¡A todos! ‘‘Padre, ¿y los ateos?’’. A ellos también. ¡A todos! ¡Y esta sangre nos hace hijos de Dios de primera clase! ¡Hemos sido creados hijos a imagen de Dios y la sangre de Cristo nos ha redimido a todos!” Francisco, homilía en Santa Marta el 22 de mayo de 2013: Papa Francisco / homilía en Santa Marta: «El Señor a todos ha redimido con la sangre de Cristo: a todos, no solo a los católicos. Y todos tenemos el deber de hacer el bien”

[20] Leamos lo que enseña el Papa Pío IX al respecto:
“Hermanos, que hoy no faltan hombres que, aplicando a la sociedad civil el impío y absurdo principio del naturalismo, como le llaman, se atreven a enseñar, que el mejor orden de la sociedad pública y el progreso civil demandan imperiosamente, que la sociedad humana se constituya y se gobierne, sin que tenga en cuenta la Religión como si no existiese; o por lo menos, sin hacer ninguna diferencia entre la verdadera Religión y las falsas. Además, contradiciendo la doctrina de la Escritura, de la Iglesia y de los Santos Padres, no dejan de afirmar, que el mejor gobierno es aquel, en el que no se reconoce al poder la obligación de reprimir por la sanción de las penas a los violadores de la Religión católica, a no ser que la tranquilidad pública lo exija; y como consecuencia de esta idea absolutamente falsa del gobierno social, no temen favorecer esa opinión errónea, la más fatal a la Iglesia Católica y a la salvación de las almas, y que Nuestro predecesor de feliz memoria, Gregorio XVI, llamaba delirio, a saber: Que la libertad de conciencia y de cultos es un derecho libre de cada hombre, que debe ser proclamado y garantido en toda sociedad bien constituida, y que los ciudadanos tengan libertad omnímoda de manifestar alta y públicamente sus opiniones, cualesquiera sean, de palabra, por escrito u de otro modo, sin que la autoridad eclesiástica o civil puedan limitar libertad tan funesta.” Encíclica Quanta Cura, 1864, n. 3:
archive.org/…biscum-pio-ix_202011/23 - Quanta Cura - Pio IX.pdf
Proposiciones condenadas por Pío IX en el Syllabus anexo a la encíclica Quanta Cura:
Errores relativos al liberalismo de nuestros días: LXXVII. En esta nuestra edad no conviene ya que la Religión católica sea tenida como la única religión del Estado, con exclusión de otros cualesquiera cultos. (Alocución Nemo vestrum, 26 julio 1855) - LXXVIII. De aquí que laudablemente se ha establecido por la ley en algunos países católicos, que a los extranjeros que vayan allí, les sea lícito tener público ejercicio del culto propio de cada uno. (Alocución Acerbissimum, 27 septiembre 1852) - LXXIX. Es sin duda falso que la libertad civil de cualquiera culto, y lo mismo la amplia facultad concedida a todos de manifestar abiertamente y en público cualesquiera opiniones y pensamientos, conduzca a corromper más fácilmente las costumbres y los ánimos, y a propagar la peste del indiferentismo. (Alocución Nunquam fore, 15 diciembre 1856) - LXXX. El Romano Pontífice puede y debe reconciliarse y transigir con el progreso, con el liberalismo y con la moderna civilización (Alocución Jamdudum, 18 marzo 1861).” Encíclica Quanta cura + Syllabus / Pío IX / 1864

[21] Sobre este asunto recomiendo leer en mi blog “Francisco, Teilhard de Chardin y el panteísmo”: Francisco, Teilhard de Chardin y el panteísmo.

[22] Visita del Santo Padre Francesco alla Comunità Anglicana nella Chiesa «All Saints’» di Roma

[23] Sobre este tema ver “Francisco, Fratelli Tutti y la masonería” : Francisco, Fratelli Tutti y la masonería, “El Vaticano promueve la religión de la masonería”: El Vaticano promueve la religión de la masonería: …, “La fraternidad es ancla de salvación para la humanidad”: Bergoglio: "La fraternidad es ancla de salvac… y “El Día Internacional de la Fraternidad Humana”: 4 DE FEBRERO DÍA DE LA FRATERNIDAD HUMANA - El Día…

[24] Fuentes: El Papa abraza la Fraternidad Universal, el gran principio de la Masonería - La Gran Logia de España considera que Francisco abraza el concepto de fraternidad de la Masonería

[25] ¿Experiencia “fallida” o evento blasfemo y falta gravísima contra el primer mandamiento? En todo caso, una manifestación indudable del ecumenismo modernista condenado por Pío XI en su encíclica Mortalium Animos: “[…] invitan a todos los hombres indistintamente, a los infieles de todo género como a los fieles de Cristo[…] Tales empresas no pueden ser aprobadas por los católicos de ninguna manera, ya que se basan sobre la teoría errónea según la cual todas las religiones son todas más o menos buenas, en el sentido de que todas, aunque de maneras diferentes, manifiestan y significan el sentimiento natural e innato que nos conduce a Dios y nos lleva a reconocer con respeto su poder. La verdad es que los partidarios de esa teoría se extravían en pleno error, pero además, pervirtiendo la noción de la verdadera religión, la repudian […] La conclusión es clara: solidarizarse con los partidarios y los propagadores de tales doctrinas es alejarse completamente de la religión divinamente revelada § 2 y 3. - Mortalium Animos.

[26] Cito un viejo artículo en el que abordo este asunto: “Si un supuesto papa invita a las falsas religiones a rezar a sus ídolos, podemos tener la certeza de que es un falso profeta, y que de Vicario de Cristo no tiene más que la apariencia. Y lo que es igualmente cierto es que se debe rechazar a quienes nos alejan de la fe. El hecho de que sus elecciones hayan sido aparentemente canónicas supone una dificultad, lo admito, pero no invalida las dos certezas mencionadas. Algún día la Iglesia zanjará el estatuto de los papas conciliares. De todos modos, hay serios indicios de que la elección de Roncalli, -el iluminado que convocó el CVII para “aggiornarla” y dio libertad a las figuras de la “nouvelle théologie” para que fuesen peritos conciliares-, no fue canónica. No digo que esto sea concluyente, pero considero que es un elemento que no puede ser desestimado. Desde que el modernismo se apoderó de la sede petrina se ha abocado de lleno a la desnaturalización de la doctrina católica sin solución de continuidad, con una astucia y una coherencia a toda prueba, amparado en la aparente legitimidad de la que goza públicamente. Todo esto me lleva a pensar que vivimos tiempos inmediatamente pre apocalípticos y que la “iglesia conciliar” no es sino la gran ramera babilónica en gestación.
El problema que se plantea con los papas conciliares es que han introducido el modernismo de manera oficial en la Iglesia a través de su magisterio y sus reformas litúrgicas y canónicas, algo contrario a la infalibilidad pontifical en materia de fe, de lo cual se sigue que son antipapas. Es la posición conocida como “sedevacantismo”, que yo sostengo. Para ser más preciso, en mi caso, es el “sedevacantismo formal” o “sedeprivacionismo”. Ver al respecto: La Tesis de Cassiciacum - Sedeprivacionismo EtimologíayHistoria - A mi entender, estamos ante papas que, a pesar de reunir las condiciones materiales necesarias para desempeñar válidamente su cargo, no han recibido la jurisdicción sobre la Iglesia universal -la que los constituiría formalmente en papas-, puesto que es justamente dicha jurisdicción la que les confiere el carisma de la infalibilidad pontifical, en posesión de la cual hubiese sido metafísicamente imposible que promulgaran los documentos conciliares y que implementaran las reformas ecuménicas subsiguientes. Esto es así sencillamente porque un modernista, por definición, no es católico, no forma parte de la Iglesia y, por consiguiente, no puede ser su cabeza, no puede recibir de Nuestro Señor el poder de jurisdicción, que lo convertiría en un legítimo sucesor de San Pedro y en Vicario de Cristo. La designación canónica por los electores naturales lo vuelve apto para recibir dicho poder, pero la herejía modernista que profesa constituye un obstáculo para recibirlo. Ese obstáculo puede ser removido por la abjuración de la herejía modernista y la condena pública -solemne e inequívoca-, del CVII y de todo lo que de dicha funesta asamblea procede. Fuente: “El Vaticano prepara la religión del Anticristo”: El Vaticano prepara la religión del Anticristo.

[27] Frase sorprendente, por decir lo menos. Resulta entonces que, en ausencia de la Santa Misa católica -no que yo acepte el “novus ordo montiniano”, sino sólo para seguir la lógica de la argumentación-, estaría permitido a los católicos asistir a un “oficio religioso” de una secta protestante, practicando así la “communicatio in sacris” con los herejes. Sinceramente, me quedo sin palabras. Es difícil hallar un ejemplo más flagrante del indiferentismo religioso que caracteriza al ecumenismo conciliar. Indiferentismo religioso que Francisco expresa sin ambages:
“Para las relaciones ecuménicas es importante una cosa: no sólo conocerse mejor, sino también reconocer lo que el Espíritu ha ido sembrando en los otros como don también para nosotros. (…) Scalfari: Intento captar cómo ve el Papa el futuro de la unidad de la Iglesia. Me responde: Tenemos que caminar unidos en las diferencias: no existe otro camino para unirnos. El camino de Jesús es ése.” Entrevista con Eugenio Scalfari el 24 de septiembre de 2013, publicado el 1 de octubre en La Repubblica, p. 2:
aciprensa.com/entrevistapapalarepubblica.pdf
Veamos otro ejemplo: “Yo creo que con la ortodoxia estamos en camino; tienen sacramentos y sucesión apostólica... Estamos en camino. Si tenemos que esperar a que los teólogos se pongan de acuerdo... ¡No llegará nunca ese día! Soy escéptico: trabajan bien los teólogos, pero Atenágoras había dicho: ¡‘‘Pongamos a los teólogos en una isla para que discutan y nosotros seguimos adelante! ’’. La unidad es un camino que se debe hacer, y se debe hacer juntos; es el ecumenismo espiritual, rezar juntos, trabajar juntos. (...) Las Iglesias orientales católicas tienen derecho de existir, pero el unitarismo es una palabra de otra época; hay que encontrar otra vía.” Francisco, 30/11/2014.
Viaje Apostólico a Turquía: Conferencia de prensa del Santo Padre durante el vuelo de regreso a Roma (30 de noviembre de 2014) | Francisco

[28] Sobre la promoción de la “fraternidad universal” por Bergoglio recomiendo ver “El Vaticano promueve la apostasía y una religión global”: El Vaticano promueve la apostasía y una religión global

[29] Fuente: “No hay ressourcement sin diálogo ecuménico: el diario conciliar de Yves Congar”. Universidad Pontificia de Salamanca - Diálogo Ecuménico, t. XXXIX, n. 124-125 (2004) 273-314 - La cita está en las páginas 299 y 300. PDF descargable:
upsa.es/high.raw?id=0000002285&name=00000001.original.pdf

[30] "Lefebvrismo": precisiones a unas reseñas históricas

[31] Sobre Ratzinger/Benedicto XVI sugiero leer “Benedicto XVI: ¿Doctor de la Iglesia?”: Benedicto XVI: ¿Doctor de la Iglesia?

[32] “Los principios de la teología católica”, París, Téqui, 1985, p. 426-427.

[33] Sobre esta cuestión recomiendo consultar la siguiente publicación: “La Sala de Audiencias del Vaticano es diabólica” - La Sala de Audiencias del Vaticano es diabólica. - Se trata de un reportaje gráfico de 18 páginas en que se demuestra la influencia luciferina que opera en el Vaticano desde el CVII. En este enlace se puede descargar gratuitamente el archivo PDF.

[34] “Apostasía vaticana: hacia la religión mundial del Anticristo”: NOVEDAD EDITORIAL: APOSTASÍA VATICANA.

[35] Para más información leer el siguiente estudio: “El Vaticano promueve la apostasía y una religión global” - El Vaticano promueve la apostasía y una religión global

[36] Ver al respecto “Francisco y el Sínodo de Amazonia”: Francisco y el Sínodo de Amazonia. y “El Vaticano promueve la idolatría”: El Vaticano promueve la idolatría.

[37] Extracto de la Súplica a San Miguel Arcángel, contenida en el Exorcismo contra Satanás y los otros ángeles apóstatas, publicado en las AAS de 1890, p. 743: vatican.va/archive/ass/documents/ASS-23-1890-91-ocr.pdf y en el Ritual Romano de 1903, p. 227: Saint Michel Archange
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