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NOVENA DE LA SANTA NAVIDAD

Meditación del 7º día de la Novena de la Santa Navidad, dictada por Jesús a Luisa Picarreta.
Dr. Salvador Tomassiny Frias.
Un Dios que por no querer estar solo creó a la humanidad; un Dios que queriendo compartir todo su Ser, sólo pide a cambio un “te amo”; pide las miserias para dar riquezas; pide fealdad para otorgar su belleza; pide un agradecimiento para corresponder con su misma naturaleza divina.
Un Dios que se abre ante su criatura, que le deja ver su debilidad, debilidad de amor; un Dios que suplica, que ruega a quien debería suplicarle y rogarle, y ¿qué pide? Una simple mirada aunque sea de compasión.
Ingratitud humana, qué desalmada eres, te recreas en desconocer a quien todo el universo venera, reconoce y agradece en su mudo lenguaje, pero Él no abandona su intento de compartir con nosotros su misma naturaleza.
7º.- La voz interior continuaba: “Hija mía, no me dejes solo en tanta soledad y en tanta oscuridad, no salgas del seno de mi Mamá para que veas el séptimo exceso de mi Amor. Escúchame, en el seno de mi Padre Celestial Yo era plenamente feliz, no había bien que no poseyera, alegría, felicidad, todo estaba a mi disposición; los ángeles reverentes me adoraban y estaban a mis órdenes. Ah, el exceso de mi Amor, podría decir que me hizo cambiar fortuna, me restringió en esta tétrica prisión, me despojó de todas mis alegrías, felicidad y bienes para vestirme con todas las infelicidades de las criaturas, y todo esto para hacer el cambio, para dar a ellas mi fortuna, mis alegrías y mi felicidad eterna. Pero esto habría sido nada si no hubiera encontrado en ellas suma ingratitud y obstinada perfidia. Oh, como mi Amor eterno quedó sorprendido ante tanta ingratitud y lloró la obstinación y perfidia del hombre. La ingratitud fue la espina más punzante que me traspasó el corazón desde mi concepción hasta el último instante de mi Vida, hasta mi muerte. Mira mi corazoncito, está herido y gotea sangre. ¡Qué pena! ¡Qué dolor siento! Hija mía, no seas ingrata; la ingratitud es la pena más dura para tu Jesús, es cerrarme en la cara las puertas para dejarme afuera, aterido de frío. Pero ante tanta ingratitud mi Amor no se detuvo y se puso en actitud de amor suplicante, orante, gimiente y mendigante, y este es el octavo exceso de mi Amor.”
Para ver las anteriores meditaciones:

venacantaruncantonuevo.ning.com.
Querid@s hermanos comparto estas hermosas Meditaciones, del Dr Salvador, para conocer un poco más los sentimientos más íntimos de un Padre Dios, que se recrea con hacer conocer a su creatura cuanto la ama.
"Feliz Navidad a todos con mucho cariño."
Su hermana en Cristo.
María Eugenia.