malemp
278

ORACIONES DE SANTA TERESA DE AVILA 15 octubre

Oración a Santa Teresa de Jesús - de San Alfonso de Ligorio
Oh, Santa Teresa, Virgen seráfica, querida esposa de Tu Señor Crucificado, tú, quien en la tierra ardió con un amor tan intenso
hacia tu Dios y mi Dios, y ahora iluminas como una llama resplandeciente en el paraíso, obtén para mí también, te lo ruego, un destello de ese mismo fuego ardiente
y santo que me ayude a olvidar el mundo, las cosas creadas,
aún yo mismo, porque tu ardiente deseo era verle adorado
por todos los hombres.
Concédeme que todos mis pensamientos, deseos y afectos
sean dirigidos siempre a hacer la voluntad de Dios,
la Bondad suprema, aun estando en gozo o en dolor,
porque Él es digno de ser amado y obedecido por siempre.
Obtén para mí esta gracia, tú que eres tan poderosa con Dios,
que yo me llene de fuego, como tú, con el santo amor de Dios.
Amén.

“Nada te turbe” de Santa Teresa de Jesús:

Nada te turbe,
Nada te espante,
Todo se pasa,
Dios no se muda.
La paciencia
Todo lo alcanza;
Quien a Dios tiene
Nada le falta:
Sólo Dios basta.
Eleva el pensamiento,
Al cielo sube,
Por nada te acongojes,
Nada te turbe.
A Jesucristo sigue
Con pecho grande,
Y, venga lo que venga,
Nada te espante.
¿Ves la gloria del mundo?
Es gloria vana;
Nada tiene de estable,
Todo se pasa.
Aspira a lo celeste,
Que siempre dura;
Fiel y rico en promesas,
Dios no se muda.
Ámala cual merece
Bondad inmensa;
Pero no hay amor fino
Sin la paciencia.
Confianza y fe viva
Mantenga el alma,
Que quien cree y espera
Todo lo alcanza.
Del infierno acosado
Aunque se viere,
Burlará sus furores
Quien a Dios tiene.
Vénganle desamparos,
Cruces, desgracias;
Siendo Dios su tesoro,
Nada le falta.
Id, pues, bienes del mundo;
Id, dichas vanas;
Aunque todo lo pierda,
Sólo Dios basta.

ORACIÓN A SANTA TERESA DE JESÚS

Santa Teresa, esposa virgen, especialmente amada del Crucificado, y doctora de la Iglesia, alcánzame que a imitación tuya prefiera cumplir la voluntad y ganar la amistad el Sumo Bien, antes que todos los goces de la tierra. Dame fortaleza para seguir tu ejemplo de servir públicamente a Cristo con la perfección que Él pide, a pesar de todas las contradicciones. Y que con tu auxilio pueda superar las dificultades de esta vida y merecer el descanso sin fin del cielo. Amén.

VUESTRA SOY

Vuestra soy, para Vos nací,
¿Qué mandáis hacer de mí?

Soberana Majestad,
Eterna sabiduría,
Bondad buena al alma mía;
Dios, alteza, un ser, bondad,
La gran vileza mirad,
Que hoy os canta amor así.
¿Qué mandáis hacer de mí?
Vuestra soy, pues me criastes,
Vuestra, pues me redimistes,
Vuestra, pues que me sufristes,
Vuestra, pues que me llamastes,
Vuestra, porque me esperastes,
Vuestra, pues no me perdí.
¿Qué mandáis hacer de mí?
¿Qué mandáis, pues, buen Señor,
Que haga tan vil criado?
¿Cuál oficio le habéis dado
A este esclavo pecador?
Veisme aquí, mi dulce Amor,
Amor dulce, veisme aquí,
¿Qué mandáis hacer de mí?
Veis aquí mi corazón,
Yo le pongo en vuestra palma,
Mi cuerpo, mi vida y alma,
Mis entrañas y afición;
Dulce Esposo y redención
Pues por vuestra me ofrecí.
¿Qué mandáis hacer de mí?
Dadme muerte, dadme vida:
Dad salud o enfermedad,
Honra o deshonra me dad,
Dadme guerra o paz crecida,
Flaqueza o fuerza cumplida,
Que a todo digo que sí.
¿Qué queréis hacer de mí?
Dadme riqueza o pobreza,
Dad consuelo o desconsuelo,
Dadme alegría o tristeza,
Dadme infierno, o dadme cielo,
Vida dulce, sol sin velo,
Pues del todo me rendí.
¿Qué mandáis hacer de mí?
Si queréis, dadme oración,
Sí no, dadme sequedad,
Si abundancia y devoción,
Y si no esterilidad.
Soberana Majestad,
Sólo hallo paz aquí,
¿Qué mandáis hacer de mí?
Dadme, pues, sabiduría,
O por amor, ignorancia,
Dadme años de abundancia,
O de hambre y carestía;
Dad tiniebla o claro día
Revolvedme aquí o allí
¿Qué mandáis hacer de mí?
Si queréis que esté holgando,
Quiero por amor holgar.
Si me mandáis trabajar,
Morir quiero trabajando.
Decid, ¿dónde, cómo y cuándo?
Decid, dulce Amor, decid.
¿Qué mandáis hacer de mí?
Dadme Calvario o Tabor,
Desierto o tierra abundosa,
Sea Job en el dolor,
O Juan que al pecho reposa;
Sea' viña frutuosa
O estéril, si cumple así.
¿Qué mandáis hacer de mí?
Sea Josef puesto en cadenas,
O de Egito Adelantado,
O David sufriendo penas,
O ya David encumbrado,
Sea Jonás anegado,
O libertado de allí,
¿Qué mandáis hacer de mí?
Esté callando o hablando,
Haga fruto o no le haga,
Muéstreme la Ley mi llaga,
Goce de Evangelio blando;
Esté penando o gozando,
Sólo Vos en mí viví,
¿Qué mandáis hacer de mí?
Vuestra soy, para Vos nací
¿Qué mandáis hacer de mí?


VIVO SIN VIVIR EN MI

Vivo sin vivir en mí
Y tan alta vida espero
Que muero porque no muero.
Vivo ya fuera de mí,
Después que muero de amor;
Porque vivo en el Señor,
Que me quiso para sí:
Cuando el corazón le di
Puso en él este letrero,
Que muero porque no muero.
Esta divina prisión,
Del amor con que yo vivo,
Ha hecho a Dios mi cautivo,
Y libre mi corazón;
Y causa en mí tal pasión
Ver a Dios mi prisionero,
Que muero porque no muero.
¡Ay, qué larga es esta vida!
¡Qué duros estos destierros!
¡Esta cárcel, estos hierros
En que el alma está metida!
Sólo esperar la salida
Me causa dolor tan fiero,
Que muero porque no muero.
¡Ay, qué vida tan amarga
Do no se goza el Señor!
Porque si es dulce el amor,
No lo es la esperanza larga:
Quíteme Dios esta carga,
Más pesada que el acero,
Que muero porque no muero.
Sólo con la confianza
Vivo de que he de morir,
Porque muriendo el vivir
Me asegura mi esperanza;
Muerte do el vivir se alcanza,
No te tardes, que te espero,
Que muero porque no muero.
Mira que el amor es fuerte;
Vida no me seas molesta,
Mira que sólo te resta,
Para ganarte, perderte;
Venga ya la dulce muerte,
El morir venga ligero
Que muero porque no muero.
Aquella vida de arriba,
Que es la vida verdadera,
Hasta que esta vida muera,
No se goza estando viva:
Muerte, no me seas esquiva;
Viva muriendo primero,
Que muero porque no muero.
Vida, ¿qué puedo yo darte
A mi Dios, que vive en mi,
Si no es el perderte a ti,
Para merecer ganarte?
Quiero muriendo alcanzarte,
Pues tanto a mi amado quiero,
Que muero porque no muero.


GOZOS EN HONOR DE LA SERÁFICA MADRE Y DOCTORA SANTA TERESA DE JESÚS

Pues del seráfico arpón
Tu corazón fue pavesa,
Haz que por Dios, oh Teresa,
Arda nuestro corazón.


Ávila en su clima helado
Te dio cuna, ¿quién creyera
Que de la nieve naciera
Un espíritu abrasado?
Tu apellido hace alusión
A este incendio bien expresa.
Haz que por Dios, oh Teresa,
Arda nuestro corazón.


Eres niña, y tu amor ciego
Hacia el martirio te llama;
No era niña la llama
Que levantó tanto fuego:
Juego fue del niño amor
Con otra niña traviesa.
Haz que por Dios, oh Teresa,
Arda nuestro corazón.


Por la fe, en tan tierna edad
Quieres morir; pero sé
Que no ha de ser por la fe,
Sino por la caridad:
Esa tu ardiente pasión
Es de tu fuego pavesa.
Haz que por Dios, oh Teresa,
Arda nuestro corazón.


Para que todo te cuadre
Logra ser mártir ahora,
Que después serás Doctora
Y serás virgen y madre:
Esta es alta emulación
De la celestial Princesa.
Haz que por Dios, oh Teresa,
Arda nuestro corazón.


Soberanamente altiva
Al monte Carmelo inflamas;
No lo extraño, que las llamas
Siempre suben hacia arriba:
De nuevo Vesubio son
Los volcanes que represa.
Haz que por Dios, oh Teresa,
Arda nuestro corazón.


Viendo que en él no tropieza
Tu ardimiento soberano,
Piensas que el monte está llano
Y le añades aspereza:
Con eso a su elevación
Trepa tu ardor más aprisa.
Haz que por Dios, oh Teresa,
Arda nuestro corazón.


A tus hijas, casa funda
La Corte, el pueblo y ciudad.
¡Oh santa virginidad
Divinamente fecunda!
Toda piadosa afición
En amarla se interesa.
Haz que por Dios, oh Teresa,
Arda nuestro corazón.


Quitóte el amor la vida
Suavemente tirano,
Y te dio muy de antemano
Para matarte, la herida:
Era la respiración
Para un golpe mucha empresa.
Haz que por Dios, oh Teresa,
Arda nuestro corazón.


En la urna de cristal
Donde está tu corazón,
Causa la palpitación
Continua gota coral:
Quiere romper la prisión
Por irse a la sacra mesa.
Haz que por Dios, oh Teresa,
Arda nuestro corazón.


Pues del seráfico arpón
Tu corazón fue pavesa,
Haz que por Dios, oh Teresa,
Arda nuestro corazón.

Antífona: Su sabiduría la pregonarán las gentes, y la Iglesia celebrará su gloria.

℣. Ruega por nosotros, bienaventurada madre Santa Teresa.
℟. Para que seamos dignos de alcanzar las promesas de Cristo.

ORACIÓN
Escuchadnos, oh Dios Salvador nuestro, y haced que, al alegrarnos con la fiesta de Santa Teresa, seamos alimentados con el pan de su celestial doctrina y abrasados con los sentimientos de su tierna piedad. Por Jesucristo Nuestro Señor. Amén.